Nacieron en un frontón y se transformaron en una arena de box.

Quizá en esos escenarios se pudiera resumir una vocación. El frontón es un juego en el cual los contendientes se alternan el dominio de la pelota tras lanzarla contra un muro. En el box, simplemente se tunden a guantazos.

Quien hubiera analizado la construcción misma del presídium se habría dado cuenta de las previsiones culposas. Un foso enrejado y lleno de guaruras en torno de la mesa principal y una altísima tarima para separar a los dirigentes de los delegados. Pero sea como sea, o “haiga sido como haiga sido” para citar por enésima y nunca última ocasión la frase célebre de su harvardiano intelectual, el Partido Acción Nacional ya tiene nuevos estatutos.

Se ha instituido una forma de decidir. Y se ha hecho contra viento y marea, ya no como en los versos zacatecanos, entre gritos y risas de muchachas, sino entre empellones y dicterios contra Gustavo Madero y su claque.

Según los diarios el resultado deja triste y en casos particulares enojados a militantes de antaño y hogaño. Luis H. Alvarez, ese incombustible militante y trabajador del partido desde la década de los sesenta expresa (ahora sí) su “íntima tristeza reaccionaria” y Gabriela Cuevas le desconoce el rostro a esta organización tan distinta de aquella a la cual se afilió llena de esperanzas juveniles y ciega fe en la democracia. “sob, sob” decían las onomatopeyas lacrimosas de “Susie, secretos del corazón”, inevitable “cómic” rosa de tiempos lejanos.

¿Pero nos debería importar a todos este asunto? ¿Tienen los estatutos del PAN interés fuera de sus asambleas, atropelladas o no; ciertas o no?

En un sentido estricto a nadie, fuera de a ellos mismos, le deberían importar estas cosas. Si los ciudadanos los volteamos a ver es quizá por el uso del dinero público en la organización partidaria; es decir, viven del presupuesto, tanto como cualquier burócrata. Si en el ejercicio del poder se hicieron de otros haberes, lo cual no me consta ni me importaría, también provendría del erario. O de la evasión, lo cual viene a ser igual, así no sea lo mismo.

Y esto lo comento por la actuación de quien llevaba la mesa durante el “show” del sábado, Marko (con “K”, como la cantante “Verónika”) Cortés, quien sin cortesía ninguna y auxiliado por Jorge Manzanera (una especie de “mapache” azul) hizo malabarismos con el “quórum” y las votaciones apresuradas. Este señor Cortés –según dijo públicamente Juan José Rodríguez Prats, quien recibió la delegación del CEN en la elección de Michoacán donde perdió la del hermano incómodo, siempre estuvo dispuesto como autoridad del partido local a recibir la lana de donde llegara. Cayera de donde cayera, pues.

Pero esos polvos ya son de aquellos lodos. Eso se acabó y Michoacán, ya merito. Dejémoslo por la paz, así como les dijo Madero a quienes hicieron el favor de asistir a la cosa esa, ya váyanse en paz. Sólo le faltó pedirles abrazos, buenos deseos y dar por terminada la misa (negra).

En el lenguaje contemporáneo, especialmente después del estrepitoso desastre de dos gobiernos impresentables, cada uno por sus propias deficiencias y en los cuales se mostró la acomodaticia condición de un partido fofo y huero, sin ideología ni sustento más allá del oportunismo crematístico de sus militantes, se ha dicho México necesita al PAN. Yo discrepo.

Sus aportaciones a la “democracia” no han sido tales. Se abrieron camino con los “diputados de partido” y cuando ganaron algo fue de la mano con las truculencias de Carlos Salinas. Vivieron como “místicos del voto” y ahora son vagabundos intelectuales en busca de una identidad en el espejo roto.

Cuando llegaron al poder les ocurrió como a quien vistió la piel del león de nemea. No se pudieron quitar los usos y costumbres del autoritarismo tantos años censurado. El foso de la asamblea, su altura olímpica, las cercas, la distancia entre unos y otros, el desdén por los críticos y adversarios, los exhibe como autoritarios de la Región 4.

México no necesitó nunca a la derecha. Ni siquiera para darse cuenta de cómo caía en ella.

Pero en fin, ya nos quisimos, decía la canción.

Greta Garbo prepara su última salida a la escena y ya hay quien enrolla el tapete rojo. Algunos se podrán sentir satisfechos, muy pocos se podrán sentir orgullosos.

«Los invitamos a que, respetuosamente, desalojen esta Arena, cuidando en todo momento no agredir a las personas que van saliendo por las laterales», recomendaba la maestra de ceremonias, luego de que Madero declaró clausurada la Asamblea (Reforma)”.

MERCED

Tienen razón quienes se oponen a las obras en el ex convento de La Merced. Techar ese hermoso edificio y llenarlo de anacrónicas estructuras de hierro sin respeto a la obra y sus materiales de época, a sus labrados y diseño, es como pintarle bigotes a la Mona Lisa; arreglarle la nariz a la Esfinge o ponerle un elevador de vidrio al Monumento a la Revolución. Es otro crimen similar a la cubierta como tapadera de olla con la cual se degradó el Colegio de Niñas en la calle Bolívar para darle asiento al Club de Banqueros.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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