Instituto Electoral del Estado de México

No recuerdo ahora dónde lo leí. Pero era un cuento triste de la historia de los hombres cuya fe los llevó a morir en la playa de una remota isla de la Polinesia.

El brujo les había dicho cómo podían, mediante sacrificios y rogativas, impedir la llegada de la enorme ola destructora. Sus cantos, rezos y bailes iban a impedir el tsunami. Cantaron, rezaron y bailaron en la costa; y la marejada los borró de la faz del mundo. Ni todas las lágrimas del océano pudieron confortar a sus viudas.

Hoy, con la nostalgia petrolera nacionalista sucede algo similar a eso.

Cuando uno lee estas frases se le puede erizar la piel siempre y cuando haya nacido hace seis o siete décadas. Si tiene menos de 50 años, suenan tan huecas como las leyendas de la colonia, “La llorona” o el “Ánima de Sayula”.

“….Las compañías petroleras –decía el general Cárdenas en su discurso expropiador–, han gozado durante muchos años, los más de su existencia, de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio, unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan casi la totalidad del verdadero capital de que se habla.

“Riqueza potencial de la nación; trabajo nativo pagado con exiguos salarios; exención de impuestos; privilegios económicos y tolerancia gubernamental, son los factores del auge de la industria del petróleo en México.

“Examinemos la obra social de las empresas: ¿En cuántos de los pueblos cercanos a las explotaciones petroleras hay un hospital, una escuela o un centro social, o una obra de aprovisionamiento o saneamiento de agua, o un campo deportivo, o una planta de luz, aunque fuera a base de los muchos millones de metros cúbicos del gas que desperdician las explotaciones?

“¿En cuál centro de actividad petrolífera, en cambio, no existe una policía privada destinada a salvaguardar intereses particulares, egoístas y algunas veces ilegales? De estas agrupaciones, autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias de atropellos, de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de la empresas…”.

Pero hoy no dicen nada. O le dicen a muy pocos, especialmente a quienes han comprado la idea devastadora de convertir al país en una nación desdibujada, agringada, alejada de sus distinciones culturales. Es como si nos gustara leer “La rosa blanca”. ¡Qué hueva!, diría el chavo; no del libro, de la lectura misma.

A fin de cuentas, dicen, la cultura mexicana esta bien para el Museo de Antropología, pero no para competir en el mundo de la globalidad en condiciones siempre desventajosas. Y tienen razón. No se detiene el tsunami de la derechización del mundo (disfrazada de corriente democratizadora universal) leyendo los discursos de hace 75 años.

Ni el mundo es igual, ni se puede vivir aferrado al pasado, sobre todo cuando el pasado nunca nos sirvió para construir –por desperdicio y corrupción–, el futuro de entonces; el presente de hoy.

Estos son los días decisivos. La reforma, hasta donde se avizora no será ni tan aperturista ni tan estrecha: Alguien diría ni muy muy, ni tan tan. Los críticos dirán, ni fu, ni fa.

Pero si regresamos al mundo real (nos guste o no esa realidad imperante y envolvente), ese donde las olas no se detienen con rezos, ni con cercas en la playa, debemos escuchar otras voces más sensatas. Dice Manlio Fabio Beltrones, una voz indispensable en cualquier debate nacional:

“Llamamos a la discusión y aprobación de una reforma constitucional en materia energética en el marco de las instituciones y que responda al interés nacional… consideramos que el debate público en torno a las iniciativas de ley y las opiniones presentadas ha sido suficientemente amplio e informado para construir una reforma de consenso que afiance la expectativa de recuperación del crecimiento, la competitividad y el empleo a partir del año entrante…

“…Estamos atentos al debate sobre la reforma energética que tiene lugar en el Senado de la República y esperamos recibir la minuta correspondiente en los días siguientes, con la idea de concluir su aprobación por el pleno de la Cámara de Diputados antes de finalizar el periodo ordinario de sesiones”.

“…Confiamos en cumplir con nuestras obligaciones constitucionales como legisladores en plena libertad y con garantías suficientes por parte de las autoridades. Las libertades de manifestación y de expresión deben darse en un marco de respeto a las instituciones republicanas como el Congreso de la Unión.

“… (debe haber) Consensos básicos como la propiedad estatal de los hidrocarburos, la consolidación de las empresas públicas del sector de energía, la necesidad de complementar la inversión pública con recursos privados que tengan certeza jurídica y la urgencia de modernizar sin privatizar, nos permiten confiar en construir y aprobar la reforma energética que México necesita para recuperar el crecimiento, reducir los precios de los energéticos y disponer de recursos públicos para atender las prioridades sociales de la población…”

O como afirma Emilio Gamboa, coordinador del PRI en el Senado:

“Nuestra obligación y compromiso como legisladores es crear los instrumentos para asegurar que esta generación y las futuras tengan mejores condiciones de vida…, el Grupo (parlamentario del PRI) está listo y convencido para discutir y aprobar la reforma energética, porque lo requiere el desarrollo del país… ahora llegó el momento de la toma de decisiones en el Poder Legislativo”

Así pues, “alea jacta est”, diría el compañero Julio César. O como habría afirmado el chef: este arroz ya se coció. Sólo falta ver cuántos chícharos y zanahorias lleva el cocimiento.

Y cómo no, si la campaña persuasiva comenzó hace 75 años, el 19 de marzo de 1938, al día siguiente de la expropiación…

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “Viene el tsunami”

  1. De qué sirve que Pemex “sea de los mexicanos”?
    De pronto surgen varias preguntas:
    Acaso somos accionistas de la paraestatal?
    Como es posible que el combustible cueste más barato en otros países en los que la industria privada está presente?
    Cuánto cuesta producir un litro de gasolina? Acaso alguien lo sabe? Lo que si se sabe es que nos la venden tomando como referencia los precios internacionales, de países en donde está presente la Industria Privada y donde dicha empresa tiene que pagar al dueño del terreno por dicho hidrocarburo, y aun así pagamos mas. Unos podrán decir que es porque no tenemos refinerías (por el motivo que sea), pues si no tenemos refinerías ni capital para hacerlas dejemos que las hagan los que pueden con tal de que nos cueste menos. Porque nos venden a los mexicanos el combustible a precios internacionales si es nuestro? Nos tratan como extranjeros al vendernos a esos precios. El gobierno no rinde cuentas del manejo de Pemex, el sindicato con un gran poder en la paraestatal y en complicidad con los servidores públicos que ahí trabajan la hace ineficiente, porque en general no están los mejores ni más capacitados, si no los que tienen “padrinos” quienes les otorgan las plazas y fichas de trabajo, pero porque pasa esto? Porque no hay un “dueño” a quien le pegue en el bolsillo dichas actitudes, estando el patrón no queda más que ponerse a trabajar, el que es ineficiente sale, el que es productivo se queda.
    PEMEX es la caja fuerte de donde el gobierno toma recursos para sus programas y mantener a la clase política de cualquier partido: tricolor, amarillos, azules, etc), pero quien controla estos recursos? lo manejan las manos ineficientes de nuestros servidores públicos, para poder tener sueldos de directores de empresas transnacionales a quienes en su mayoría realmente les pagan por lo que saben y no por crear ineficientes proyectos populistas.
    Quisiera imaginar que seria del gobierno si se acabara el petróleo…la bancarrota total! Y una gran cantidad de políticos de cepa que en su vida han trabajado en empresa alguna, que con sus antecedentes no creo que lleguen a contratarlos en empresa alguna, y ni soñar con las prestaciones con las que actualmente gozan.
    Unos pelean y se desgarran las vestiduras para que no se “privatice”, como si el seguir de la manera actual dé algún beneficio al pueblo… otros por la apertura a la inversión privada, el problema no está en la privatización o no del sector petrolero, si no quien y que se hace con los recursos provenientes de esta industria.
    Un abrazo Don Rafael

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