1.- La piscina reflejaba en la clara limpieza de sus aguas todos los brillos del sol del mediodía. Una cortina de bambúes altos y esbeltos, impedía la vista de los vecinos hacia el jardín en cuya suave hondonada florecían macizas las buganvilias. Tras el grueso portón dos guardias de seguridad cuidaban la entrada. Aburridos jugaban damas chinas con corcholatas de Pepsi, unas al revés; otras al derecho.

–Linda tu casa, licenciado. Has de pagar mucho por el servicio.

Los ojos se fueron hacia dos jardineros cuyas manos sabias y cuidadosas podaban con tijeras minuciosas las varas y hojas de la rosaleda, de las petunias, de los geranios.

–No, son empleados de la secretaría, los tengo comisionados por la Oficialía Mayor, de otra manera –salud– no me alcanzaría el sueldo.

Venga la carcajada.

2.- Hoy es la boda.

Por fin  se casa Panchito. La casa está llena de invitados, casi no caben a pesar de la insistencia de una fiesta sólo para los íntimos, pero cada quien tiene tantos íntimos como amplio es su concepto de la intimidad. Apenas son 600 invitados.

El delegado, amigo nuestro, nos ha permitido por esta ocasión cerrar la calle y hacer ahí un estacionamiento. Claro, las mentadas se escuchan a dos cuadras, pero no vamos a hacerles caso a esos envidiosos.

Total, un día es un día, ni siquiera es cosa de cada rato. No exageren.

Los meseros vienen del comedor de la Secretaría, y las edecanes son secretarias del departamento de Personal. Les pedimos su ayuda y les dijimos que si quieren pueden llevarse su itacate para cenar en sus casas. Al fin va a sobrar comida. Eso tenlo por seguro, surtimos para 800.

Y los recuerditos de la boda pues los hicimos en la joyería “La princesa” como promocionales de Relaciones Públicas. No es nada, un llaverito de plata nada más. Un detalle.

Y si no fuera por la banda de la secretaría hubiéramos pagado los músicos de nuestra bolsa.

Y la novia, bueno, pues ella por fin se salió con la suya. Ya andaba con en el Vera Wang en la cajuela del coche esperando a ver quién caía, pero como es hija del socio de mi marido, pues ya juntamos capitales, como dicen entre los israelitas.

Pero la verdad una fiesta así sólo con cargo a la secretaría.

¿El presidente? No, no va a venir,  ¿cómo crees?, nada más les mandó de regalo unos boletos de avión para el viaje de bodas a Estambul y Venecia.

3.- “No, no hay problema.

“Tu nada más vete a mi casa, ahí nos recoge el helicóptero, bueno, nos levanta, pues. Sí, a las cuatro. No, pudo antes porque tenían que ir a ver una cosa de una presa o no sé qué, pero ya le dije al piloto que vaya a la casa en la tarde. Tu llégate ahí, si no estoy  los guardias de la puerta ya saben que vas a ir.

“Si, nada más dices vengo a esperar al señor Korenfeld y ya te llevan. Si no he llegado no me tardo. De ahí el “mosquito” (así le digo de cariño a mi helicóptero) nos lleva a Toluca.

Sí, allá nos espera el avión; si el de Hinojosa, me lo prestó. Ya sabes.

Claro, vamos a Vail aunque ya me tiene un poco harto tanto naco, casi siempre los mismos. Los mismos de siempre.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “Escenas del naquismo burocrático”

  1. Esto es pasa en todos los servidores sean de cualquier partido!! En Yucatán los Delegados Federales utilizan los vehículos y un servidor para ir a buscar a los hijos a las escuelas con vehículos oficiales!!! Y eso lo pagamos todos los pagamos impuestos, el ahora nos hablar de un ajuste del presupuesto!!! Ya ni vergüenza tienen es una burla!!! Los servidores públicos utilizan los vehículos sábados y domingos para uso personal, para que nos hacemos!!! Ahora tendremos que ser los reporteros el pueblo!!!!

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