Instituto Electoral del Estado de México

Esta es la segunda y última parte de la colaboración especial sobre México y España.

“…Nosotros fuimos el albergue de los trasterrados, como árboles como plantas de inteligencia y como plantas de la humanidad se trajeron también desde otra tierra, aquí una vez más.

“Entonces no deberemos tener el corazón en España, pero sí deberemos tener a España en el corazón. ¿En qué tanta cosas?, en todas las que nos sea posible siempre y cuando comprendamos que solamente somos una parte de esa cultura y que la otra parte de nuestra cultura, de nuestra identidad, del rostro con el que nosotros pasamos por el mundo no pasa por España.

“Decía Ramón López Velarde hablando de este idioma que nosotros hablamos, distinto de como lo hablan los madrileños y los andaluces, decía: «…Al idioma del blanco tú lo imantas» y nosotros por eso podemos decir palabras tan hermosas como «Iztaccíhuatl» y no nos pasa nada, porque las tenemos tan fácilmente dominadas como decir Guadalupe que no es una palabra española, ni es una palabra mexica, es una palabra árabe, o decir Cortés o murmurar Dulcinea…

“¿Que somos al final de cuentas los mexicanos?, somos toda esa concurrencia de sangres, de cultura, de pensamientos, de creencias, de ideas, somos un gran mosaico y como tal debemos reconocernos y sentirnos contentos con la parte de España que tenemos.

“Pero no por la parte de España que tenemos debemos olvidar la otra parte que tenemos y que es tan valiosa y de la misma dimensión que la española.

“Entonces que venga el rey Felipe VI a Zacatecas es algo bello, ¿por qué?, porque ahí también estuvo su padre celebrando un congreso de la lengua española y ahí había todos los hombres que le dieron lustra a este idioma a partir de la conjunción cultural, lo más luminoso del mestizaje. Quizá lo único.

“Había en esa ocasión, que yo tuve el gusto de estar ahí, tres premios de nuestra lengua reconocidos por los escandinavos. Estaba un colombiano, estaba un español muy español con todas las contradicciones del español de la Guerra Civil que era Camilo José Cela junto a Gabriel García Márquez y estaba un Nobel mexicano que podría discernir y discutir sobre cualquier cultura,  de la India a Escandinava, el poeta Octavio Paz.

“Y ahí es donde yo veo la grandeza del idioma, no en la Academia Española que me parece un esperpento, sino en la presencia de la lengua trasformada y trasportada al Caribe o a Galicia con Camilo José Cela, un sistema planetario y literario  genial donde pueden convivir Pascual Duarte, Remedios la Bella y Pedro Páramo.

Páramo no es un personaje de Paz, pero no hace falta, es un personaje de la lengua mexicana. Solamente quienes venimos de España o con España podemos vivir en el laberinto de la soledad.

¿Qué es la soledad?, la soledad de no saber quién eres cuando estas frente a un espejo.

“Y estos encuentros -creo yo- con la cultura de España ayudan a limpiar el espejo.  Por eso Carlos Fuentes hablaba de «El espejo enterrado», tenemos que desenterrar el espejo, pero no para mirar la mitad, hay que mirar el espejo completo.

“Nuestra parte mexicana es la que nos incrusta en el mundo, nuestras partes española e indígena nos incrustan en México y por eso México se escribe con «X» y por eso suena como la palabra que uno quiera, suena como palabra del náhuatl, suena como palabra de Andalucía o suena como palabra de Extremadura.

“Que cada quien diga de donde la quiere oír, pero nosotros tenemos que oír siempre el mismo verbo, el mismo verbos nos dice que nuestra mitad a veces nos llama y que para acudir a su llamada de campanas y de castañuelas y todo lo demás, no tenemos porqué olvidar nuestra otra mitad, la otra mitad del Teocalli, la mitad del Tlacuilo.

“Al final de la cuenta, todo se consume en la consagración del alimento de los dioses, los altares de Huitzilopochtli nos dijeron que el corazón del hombre alimenta el sol, el cristianismo traído por los españoles nos dijo que el cuerpo de Cristo alimenta al hombre y todo es un circulo en el cual al fin de cuentas solamente queda la misma sangre, la sangre de los mexicanos.”

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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