Instituto Electoral del Estado de México

Cuando alguien quiso lavar su conciencia, en el nombre de Dios  le confirió a la guerra condición de santidad.

El añadido religioso, la presencia de la fe como perfecto motivo para cualquier cosa (como se hace en el nombre de la libertad, la democracia o cualquier “valor supremo”), aportó la primera explicación.  Nicolás Maquiavelo, con aquello del fin y los medios, nos regaló la segunda justificación para la política.

Desde entonces cualquier ataque llega al almacén de las estrategias con su instructivo justificante.

Se le hace la guerra al colega en la oficina; se extravían papeles para complicar su vida; guerrea el anestesista contra el cirujano; pelea por debajo del agua la secretaria intrigante, el locutor cuya pierna desconecta “accidentalmente” el micrófono de otro conductor también lucha; el piloto sabotea los frenos de un auto competidor; el torero no sale al “quite” oportuno y el alternante se lleva la cornada; el político investiga y exhibe los pecados del otro; la comadre “olvida” un prendedor en el auto del compadre; manos misteriosas dan cuenta de abundantes gastos de viaje, todo es en la vida el enredo de las intrigas, las lenguas de doble filo, las murmuraciones, el incendio del prestigio ajeno, la maledicencia.

“Calumnia, que algo queda”, nos dijo Voltaire. Aun cuando la acusación sea cierta. La intención es destructiva, belicosa.

–“No tengo enemigos,” dice la hipocresía política. Mentira. No se trata de adversarios, se trata de enemistades furiosas, de odios larvados a lo largo del tiempo de venganzas, de revanchas, de inclemente disputa por el botín con el cuchillo pirata en los dientes.

En este mundo hay quienes no pueden sobrevivir sin un ánimo vengativo, tengan o no razones para él. Quizá en alguna ocasión las tuvieron, pero hay quien no duda en acercarse a otros, sólo para favorecer con su rencor a un tercero sin vela en el entierro. En muchas ocasiones en la política así se forjan las alianzas, a partir de las venganzas. Juega la vida con las bolas del billar.

Le aconsejaba  Quinto Tulio Cicerón a su hermano Marco Tulio en el año 64 A.C., cuando preparaba su campaña por el consulado romano:

“…procura que toda tu campaña se lleve a cabo con un gran séquito, que sea brillante, espléndida, popular, que se caracterice por su grandeza y dignidad, y si , de alguna manera fuera posible, que se levanten contra tus rivales los rumores de crímenes, desenfrenos y sobornos, algo que no desentonaría con sus costumbres.

“En estas campaña tienes que velar al máximo por ofrecer buenas expectativas de tu política y porque se te considere una persona íntegra…»

Pero la integridad de un político es algo fácil de desintegrar. Se dispersa en el agua sucia de las denuncias anónimas, de los papeles filtrados a quien mejor y más barato ofrezca espacios en los medios. Los medios; alcahuetes o tribunales, espacios para la denuncia y el cuchillo en la espalda.

–Venga, venga, aquí le publicamos todo. Bara, bara.

Y en las campañas brotan, como las erupciones con la viruela, las ronchas de todo sarpullido moral.

Hoy estamos viendo el desollamiento del “Señor de los cielos”, en la persona del viajero frecuente Ricardo Anaya a quien la guerra declarada lo podría dejar al margen de una candidatura cuya ambición no disimula y la cual es origen de toda esta artillería.

Más allá de si son justas o injustas las críticas por un estilo de vida, el enigma político es altamente explosivo.

¿De dónde se hizo de mulas Pedro? ¿De donde salieron los negocios para acumular una fortuna de 50 o 60 millones de pesos a tan temprana edad con antecedentes de burocracia queretana y pertenencia a una bancada legislativa por tres años?

Por ahora lo importante de Anaya no es sino el contraste entre su cruzada contra la corrupción y las sospechas de haberla cometido él mismo para vivir en un ámbito binacional, amenazado ahora por el muro de Trump y las filtraciones desde el interior de su partido, porque vistos los resultados de ese bombardeo, hasta el  más lerdo deduce quién estuvo detrás del fuego cuya eficacia encendió el fósforo del cerillo.

Si Anaya no está liquidado, sí está “tocado”. Lleva en la femoral un puntazo.

Simultáneamente a la embestida contra el presidente del PAN (y candidato por su propia decisión, aunque lo niegue sin gracia alguna), el Instituto Nacional Electoral abate la propaganda anticipada de Rafael Moreno Valle, todavía gobernador poblano,  quien a través de una revista de vanidades triunfadoras, se auto promueve como “el nuevo presidenciable”, con lo cual le colocan el estigma para futuras impugnaciones si llegaran a necesitarse.

Pero si el PAN tenía hasta hace unas semanas tres posibles candidaturas intocadas,  ahora nada más tiene una: Margarita Zavala, con  quien  Felipe Calderón busca la gran oportunidad de darle la vuelta al artículo 83 de la Constitución y ejercer por segunda vez (ahora detrás de la silla y quizá desde la alcoba) el cargo de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, impulsado por la posible victoria de Hillary Clinton en el país del norte.

Para los fines de una similitud afortunada, según muchos mexicanos, el triunfo de Margarita Zavala nos permitiría varias coincidencias dignas de quienes creen en las constelaciones o los arquetipos, las runas , las cábalas, los conjuros, los “santeros”, el karma  y demás: dos mujeres en la presidencia de sus países, ambas primeras damas en su tiempo, y coincidentes en sus mandatos, si Hillary ganara además de esta elección la del 2020.

Eso justifica la guerra de los “calderonistas” en el PAN no contra de Anaya (o de quien sea) sino en favor de la señora Zavala quien con su habitual discreción se desliza en el tablero con habilidad y tacto y al parecer inmune a cualquier ataque. Limpia como una patena, así marcha la dama.

Hablar de ella –como no sea para elogiarla–, es riesgoso para cualquiera.

A quien le dirija un sola crítica le caerán encima toneladas de denuestos y calificativos de misoginia. En el mundo políticamente correcto no se puede decir nada de una mujer porque en su defensa se levantará como un santo muro de pureza, su simple condición de género. Como si eso significara algo más allá de un accidente biológico. Ser hombre, ser mujer, lo mismo vale. Lo mismo da.

Pero la guerra ha comenzado.

Algunos, como Ricardo Monreal se han metido a ella sin motivo y han saldo raspados en las primeras escaramuzas. El incidente de los permisos de filmación para el director Cuarón, reveló en contra del “morenista” una inexplicable torpeza, incomprensible en un político de su sagacidad y olfato.

Y mientras él derrapa, Alejandra Barrales se pone al frente de las exigencias del dinero de los alcaldes veracruzanos y se placea por todas partes como una redentora cuya habilidad hace avanzar sus propias posibilidades para aspirar (por segunda vez) al gobierno de la ciudad de México.

El dominó se revuelve y en la “sopa” alguien toma, incómodo, la mula de seises, mientras el PRI se queja de colectas fantasmales en el nombre de Enrique Ochoa.

DOBLETE

Un  caso de “doblete” conyugal en la presidencia ocurrió (varias veces) en Argentina.

La primera vez con Isabel –“..si Evita viviera, Isabel sería “copera” (fichera)”–, cantaban los enemigos.

La segunda con Cristina Kirchner, de quien el reputado presidente uruguayo José Mujica decía, “..esta vieja es peor que el tuerto (su finado marido)”.

Pues bien, esa señora está en el banquillo judicial y entre sus varios quebrantos ahora carga uno más: el gobierno le ha retirado su pensión como ex presidenta de la Nación, porque esa suma se agregaba a la de su viudez del desaparecido ejecutivo.

BELISARIO

Belisario Domínguez fue asesinado en el pueblo de Xoco, en las orillas del cementerio. Hoy en esas inmediaciones está la Sociedad de Autores y Compositores de México. La preside Armando Manzanero quien será distinguido con  la medalla epónima del chiapaneco asesinado.

Así se agota la discusión sobre Gonzalo Rivas cuyo reconocimiento “post mortem” habría enfurecido a los profesionales de Ayotzinapa. Y como todo mundo les tiene miedo, pues santo remedio. Premiar al artista de todos tan querido.

“Esta tarde vi llover”. Otro diría, esta tarde vi joder.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

3 thoughts on “Sucia o limpia pero la guerra está aquí”

  1. Don Rafael siempre es un gusto leerlo o escuchar sus comentarios tan acertados y llenos de sabiduría, siempre nos ilustran pues Usted tiene un gran bagaje cultural, que muchos que se sienten eruditos no le llegan a su estatura intelectual y moral. Reciba un fuerte abrazo con todos mis respetos y admiración.

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