Instituto Electoral del Estado de México

–Maestro, pregunto el joven discípulo, ¿cómo hago para capturar cualquier animal, grande o pequeño, de cualquier especie?

–Es muy sencillo, mi pequeño saltamontes, le dijo el gran gurú mientras miraba con sus ojos ciegos la cumbre de la montaña donde volaba el águila arpía:

–Debes poner la trampa adecuada para cada animal. Para eso primero debes conocerlos. Sus habitos, sus formas de reproducción su alimentación, sus costumbres. Debes observar con  paciencia y saber al fin cuál es la trampa perfecta para cada uno.

–¿Y así podré cazar un águila?

–¡Claro!, pequeño Saltamontes,  si pones una trampa para águilas.

–¿Y un león de la montaña?

–Si mi querido discípulo, si conoces las trampas para el león de la montaña.

–¿Y si quiero cazar a un hombre corrupto, o a una mujer corrompida, maestro?

–Pues le pones un a trampa para corruptos. Son muy sencillas de hacer. Y casi todos caen, ¿sabes?, los pierde su vanidad y su exceso de confianza. Su primera característica es no reconocer su verdadera condición. Como los pendejos, hijo mío, no se dan cuenta cómo se les nota a leguas. Por eso caen.

Si la señora Eva Cadena Sandoval hubiera conocido esta pequeña fábula, quizá no habría cometido ese “error”, como ella le llama. Pero haberse dejado grabar cuando recibía el majestuoso envío en efectivo para su jefe, don Andrés López Obrador, revela no sólo su condición sino su metodología en el ascenso político.

Ascenso bastante menor, porque si su cumbre iba a ser la presidencia municipal de Las Choapas, Veracruz, tampoco estaríamos hablando de la secretaría general de la ONU, ni siquiera de la presidencia o la gerencia de Morena. Tonta y chueca.

Pero si además de todo esto le agregamos los dotes de humorismo involuntario (el humor y el ridículo a veces se hermanan, como dice Henri Bergson), las explicaciones de la señora Cadena mueven a la carcajada.

Cuando alguien tiene los dedos metidos en la puerta, no se vale echarle la culpa a la puerta, ni a la bisagra, ni a los dedos. Cuando se tiene las manos en la masa no queda sino guardar un comedido silencio; renunciar, como ella lo hizo y contestar un par de preguntas, cosa no hecha hasta ahora:

–Usted devolvió el dinero cuyo paquete le iba a entregar «el sábado” a Don Andrés. Bueno, ¿y a quién se lo devolvió? ¿”Quén pompó”?

Y si estamos en esas, ¿usted me quiere explicar cómo se llega al arreglo de recibir 500 mil devaluados pesitos mexicanos sin recibos, ni pagarés, ni transferencias bancarias, ni nada de nada? A poco usted acostumbra recibir dinero de origen desconocido y oscurito, así nomás.

Pero si esa es hilarante reacción, la previsible y “refriteada” de Andrés López no lo es menos. Vea usted este monumento a la cínica hilaridad del desparpajo:

“Es parte –dijo con su dedito en el aire–, de la estrategia perversa de la mafia del poder… imagínense, yo recibiendo 500 mil pesos, si se tratara de eso, yo sería inmensamente rico, millonario, tendría yo bienes en México, en el extranjero. Porque lo que yo pidiera, me lo darían…”

Se lo darían y se lo han dado, como ocurrió cuando Fernando Gutiérrez Barrios lo sobornó para levantar un campamento de menesterosos tabasqueños en el Zócalo. ¿O lo va a negar? ¿O ya se le olvidó? Los datos son de sobra conocidos, hasta el nombre de quién le entregó el dinero retirado de las arcas de Petróleos Mexicanos le puedo recordar si me lo pide.

Lo más notable de esta autodefensa de López es su arranque lírico, en el cual se asume heredero del huertista Díaz Mirón, cuyo talento literario no le lava las manchas, ni el plumaje, ni el pantano.

Dice Don Peje, mi plumaje es de esos.

–“Bájele, don Peje, bájele”.

Su pantano será de esos; no su plumaje.

En el próximo video vvescándalo quizá nos salga con otra alusión poética. Quizá nos diga de sí mismo y de Morena: Morena es impecable y diamantina, como dijo el zacatecano Ramón de la patria entera.

Como sea es una vergüenza. Para quien la tenga.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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