Instituto Electoral del Estado de México

Si uno tuviera necesidad de ejemplificar un caso de pena ajena, vergüenza por los actos o dichos de otro, si necesitara recordar una ocasión en la cual viera  mezcladas la compasión y la  lástima por el pobre desempeño del alguien como en “La Náusea”, (aquella novela de Jean Paul Sartre con la escena de una anciana incapacitada para cantar en un tugurio de París y sin  embargo reacia y ebria sobre el escenario), debería recurrir al debate del martes de los pobres candidatos al gobierno del estado de México, de los cuales la menos lamentable fue Teresa Castell cuyas posibilidades electorales suman cero.

No sé quién haya inventado aquella frase célebre para definir un fracaso en grupo, pero la verdad de todos no se hacía uno.

En el lenguaje rupestre y simplón de la política los verbos debatir y atacar “ad hominem”; es decir a la persona, son sinónimos, Y no es así. Un debate debe permitir la supremacía de los argumentos y las ideas, no el pugilato entre las personas.

Pero si ya se hizo así (¿viste que madriza le puso?) os contendientes (no debatientes), debería prepararse para la pelea. Y no lo hacen. No saben defenderse, no saben imponerse. No saben, en suma.

En ese sentido las más graves acusaciones recayeron sobre dos señoras.

Josefina Vásquez Mota quien a pesar de su eterno tono de fervorín no sabe cómo explicar los más de 900 millones recibidos por su fundación “Juntos podemos” (como tampoco ha sabido explicar el munífico gobierno las razones para dotarla de semejante caudal) y Delfina Gómez quien en escala más modesta, pero de insostenible abuso de poder, exacción a los empleados del municipio de Texcoco a quienes les sisó el 10 por ciento de sus magros haberes para financiar movimientos políticos favorables a su persona y a su líder.

En este país la “ordeña” de ductos gasolineros implica una merma de 80 mil millones de pesos anuales en contra de las finanzas de Petróleos Mexicanos. La reforma energética (la cual no produce energía por sí misma), no tocó ese punto, más allá del Ministerio Público.

Pero nadie se ocupa de la ordeña burocrática. Todos los partidos, unos más y otros menos, ordeñan a los empleados de las oficinas donde mandan sus dirigentes.  Ya sea con pretexto de la colecta de la Cruz Roja o el cumpleaños del jefe o la fiesta de fin de año.

–Es cumpleaños del maestro (ahora cualquier analfabeto funcional es maestro, ya murieron los licenciados) y nos toca de a seis mil por cabeza, pero ya va incluida la cena… dicen.

La tradición de la “honestidad valiente” siempre ha tenido un  componente de succión presupuestal. En las oficinas de gobierno del GDF cuando Andrés López era el jefe de gobierno, los empleados debían pagar las copias de su bolsillo, prácticamente. Todos los “consumibles”, corrían por cuenta suya. Y no se compran equipos nuevos ni por asomo. Los presupuestos se achicaban en pos de la amplitud de los programas sociales y el trabajo de partido. Siempre ha sido así.

Y lo peor fue esto, presente en la crónica de “Animal Político”:

“Josefina Vázquez Mota, candidata del Partido Acción Nacional (PAN), acusó este martes a la candidata de Morena, Delfina Gómez, de descontar una fracción de su sueldo (10%) a empleados durante su periodo de gobierno en Texcoco, supuestamente para dar esos recursos al político Higinio Martínez.

“Delfina, el salario es sagrado para todos los trabajadores y tú Delfina, tomaste el salario de los trabajadores cuando fuiste presidenta municipal”, acusó la panista.

 

 

“En su oportunidad Delfina Gómez, candidata de Morena, acusó al PAN y al PRI de votar a favor del gasolinazo, y dijo que los señalamientos en su contra son porque le “tienen miedo”, al estar encabezando las preferencias”.

“La aspirante de Morena respondió que cuando fue alcaldesa la auditaron en tres ocasiones, aunque si sus rivales tienen pruebas, dijo, deben presentarlas ante las autoridades”.

¿Pero y el diezmo apá?

 

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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