Instituto Electoral del Estado de México

La Procuraduría General de la República –cuya burocracia poco ejemplar y disfuncionalidad ya resultan en una enfermedad crónica a la cual se le debe poner remedio, según esto con la creación de una Fiscalía Nacional, acompañada de su correspondiente Fiscalía Anticorrupción, dentro del  nuevo Sistema Nacional Anticorrupción–, sigue ahora en centro de las discusiones y se ha convertido en una pieza importante de todas las ambiciones a futuro.

Primero por la maniobra defensiva del panista  Ricardo Anaya, “presidente” del Frente Ciudadano, quien con el pretexto de cerrarle la puerta al ”Pase Automático” del ex procurador,  Raúl Cervantes de la PGR a la naciente fiscalía, secuestró la presidencia de la Cámara de Diputados y se salió con la suya; después por la solicitud (cumplida) de Andrés Manuel López para dejar en paz el asunto hasta después de las elecciones, pues de ello ya se encargará él con la papeleta triunfal en las manos, según él.

Pero los partidos políticos sin registro (ni necesidad de lograrlo); o sea, las cómodas y misteriosamente subvencionadas ONG`s, se han empeñado no solo en secundar las peticiones políticas defensivas de Anaya (quien había votado como diputado lo rechazado como dirigente opositor y ganoso pre candidato a la presidencia de la República), porque la administración de justicia es una pieza fundamental en su tarea de demolición (y sustitución) del Estado y ascenso a la cima del poder.

No olvidemos un  detalle con el cual se revela la importancia política de esta enorme y pesada Procuraduría,  ahora artrítica y enferma.

Cuando Ernesto Zedillo entregó la elección presidencial y demolió al PRI, la punta de lanza de la alternancia consagrada en la siguiente elección presidencial, fue –desde antes de regalar la plaza—, entregarle al PAN la Procuraduría al futuro vencedor,  a través del mediano abogado Antonio Lozano Gracia, empleado del entonces jefe real del partido Azul, Diego Fernández de Cevallos.

Controlar la PGR es tener a la mano, entre otras cosas, la llave del armario donde se ocultan muchos esqueletos, especialmente los escondidos por los enemigos.

Pero en el contexto de hoy, cuando ya ha comenzado el proceso del 2018 se hace notable un personaje singular: el fiscal para delitos electorales, Santiago Nieto; hombre proclive a la pasarela de los medios y lejano del comportamiento institucional.

La Fepade, Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales ha sido siempre un  ornamento del sistema político. Nunca ha servido para mayor cosa pues desde su nacimiento se han  presentado miles de violaciones a la ley y ninguna sanción  significativa. Todo, desde su nacimiento,  se le ha ido en agua de borrajas.

Recordemos, sólo como un  complemento, cuanto de ella decía , en lejanos años, la fiscal, Maria de los Ángeles Fromow:

“La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) tiene un campo de acción restringido para prevenir y sancionar los delitos electorales, ya que el marco regulatorio vigente se «construyó» en la década de los 90, cuando la realidad del país era muy distinta, dijo su titular, María de los Angeles Fromow Rangel.

“En entrevista con La Jornada, la funcionaria de la Procuraduría General de la República (PGR) sostuvo que si bien «hoy es muy difícil que se cometan delitos como el embarazo de urnas, carruseles o la alteración de resultados, e incluso se descartan las llamadas elecciones de Estado» en favor de un candidato, en cambio preocupan asuntos como la transparencia y la equidad”.

Esta insuficiencia fue señalada también, en su momento, por el depuesto fiscal Nieto. Veamos un ejemplo reciente de la política estridente en lugar de la operación responsable:

“El titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), Santiago Nieto Castillo, anunció que este domingo se descubrieron más de 70 camiones de la compañía Pullman de Morelos que pretendían ser usados para trasladar a más de tres mil personas para el acarreo del voto al Estado de México.

“Ante esta situación, la FEPADE que depende de la Procuraduría General de la República (PGR), advirtió a la mencionada empresa que se retire porque de continuar con ese plan será acusada de delitos electorales (¡Uy!; qué “meyo”).

“La Fiscalía cuenta en estos momentos con más de 80 células de investigación en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, las cuales están conformadas por elementos de la Agencia de Investigación Criminal, agentes del Ministerio Público Federal especializados en delitos electorales, además de que están acompañados por policías federales”.

¿Ocurrió algo con toda esta farragosa información? Nada.

Pero el caso más cercano, el cual motivó su cese, fulminante y acertado, por parte del Procurador Alfredo Elías Beltrán, es producto de la soberbia, el pecado favorito de Satán, según nos dijo Al Pacino: Santiago Nieto inutilizó el expediente de Oberdrecht, al menos en lo relacionado con Lozoya, cuando confundió  su lealtad de trabajo: le regaló declaraciones y papeles a “Reforma”, como si su obligación  fuera romper el sigilo y la confidencialidad de las investigaciones ( a lo cual estaba obligado por la ley), en favor de la escandalera moralina de los editores del diario, voceros de lo políticamente correcto.

Y sí, quedó muy bien con ellos y su ferocidad anti Peña, pero no se dio cuenta (o si, pero le importó poco), del favor enorme hacia Emilio Lozoya: al abrir parte del expediente incumplió con el “debido proceso”; violó los Derechos Humanos del indiciado (el derecho a la Justicia podrá ser fácilmente invocado por su experto abogado) y se pasó por el arco del triunfo, el fundamento del Sistema Penal Acusatorio, el cual –por cierto–, fue puesto en ejecución por su antecesora, la Doctora Fromow; la presunción de inocencia.

El  pocas palabras, se meó fuera de la bacinica. Y ahora chilla y con él lloriquea todo el coro opositor, estimulado por los “bien  portados” con un argumento equivocado.

La PGR cesó a Nieto porque perseguía a Lozoya; no, estúpido, lo cesó porque, en la trascendencia de su indiscreción, estropeó la investigación en su contra.

Vamos a ir al Senado. Pues vayan.

Otra vez ¡Uy!, qué “meyo”.

Si Nieto fuera reinstalado, este caso lo perdería en la Corte y la Comisión de los Derechos Humanos.

Facilito o como diría Javier Coello Trejo, “piece of cake”.

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Dice la señora Kate del Castillo, sostuve relaciones sexuales con Sean Penn mientras se planeaba la reunión con “El Chapo” Guzmán. Pero fue por motivos de negocios. Sólo negocios.

Y la verdad acierta: esos asuntos profesionales, son los más antiguos  del mundo. Bussines are bussines. Me das, te doy.

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Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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