Como sucede con los amores románticos, este matrimonio terminó en tragedia.

No tanto como la historia de Abelardo y Eloísa, por citar un caso memorable (la peor parte le tocó al señor, como todos recordamos), pero si –para la historia— como el divorcio de Ricardo Monreal y la Morena.

Y como suele suceder en los casos de separación, uno de los ex cónyuges ha recibido múltiples proposiciones.

Toda una legión de pretendientes cuyos ánimos estaban silenciados (o al menos disimulados en el cómodo manto de la “amistad”),  por el tempestuoso carácter la Morena y la probada fidelidad de Ricardo; pero una vez roto el vínculo, los ratones bailan porque se ha ido el gato y las propuestas caen como la lluvia de mayo en los secos cultivos de la milpa zacatecana.

En una conversación en “Foro TV”, en el programa de Raymundo Riva Palacio, en relación con las ofertas lógicas y hasta la más sorprendente, la del Partido Revolucionario Institucional, Monreal confirmó varias cosas, si bien fue claro en la principal de ellas: no será candidato del PRI, aunque para serlo no necesita serlo.

Esto último, más allá de un juego de palabras, es una interpretación de esta columna, como se verá más adelante.

Monreal, cuya trayectoria rumbo a la candidatura y el seguro gobierno de la ciudad de México se vio interrumpida por la falta de palabra de quien se lo había prometido, o al menos ofrecido, inició un irreversible proceso de divorcio de la veleidosa Morena, cuyos ojos (quien lo diría) se fueron a posar en la delegada de Tlalpan, la señora Claudia Sheinbaum, cuya gestión en cuanto al derrumbe de la escuela Rébsamen, apenas le quitó una pluma a su gallo.

El delegado en Cuauhtémoc se ha reunido con representantes del Partido Verde; de Nueva Alianza, del Encuentro Social, de la Revolución Democrática y (parece ser) del Movimiento Ciudadano.

Todos ellos le han hecho proposiciones (decorosas y no tanto) y le han  obsequiado el ramillete de sus buenas intenciones y mejores ofertas. Todos lo quieren como futuro jefe de Gobierno o al menos contendiente de peso completo para disputar el gobierno de la ciudad de México.

En estos días hablará de nuevo con Eruviel Ávila, quien le ha dedicado frases de elogio por su probada capacidad política, pero Monreal canta canciones de Genaro Codina, y en el repertorio de este músico no existe aquella de “un viejo amor ni se olvida ni se deja” (esa es cosa de oaxaqueños enamorados) y jura y asegura su rechazo a formalizar sus relaciones con el PRI, partido del cual se separó hará cosa de veinte años, en los cuales ha vivido sin su presencia, sin necesitarlo para cosa alguna, como no fuera una minúscula y gota de memoria.

“No sería ni ética ni políticamente posible”, me dijo.

Pero líneas arriba dije cómo se puede ser candidato del PRI sin volver al PRI. Y es cosa simple: mediante una alianza (a fin de cuentas un  matrimonio también  es una alianza, pues hasta las argollas sacramentales reciben ese redondo nombre) de la cual el Revolucionario forme parte, así sea de última hora.

Imaginemos a Monreal postulado por el Partido Verde (suposición) en mancuerna, digamos, con el Panal, secundados por el PES. Si al final se agrega el tricolor, Monreal competirá con esos colores sin  pertenecer ni regresar a donde ha jurado no volver, pues no es de quienes alzan la chancla tirada alguna vez con sobrados motivos.

–Cuando me voy, me voy…

Pero la política todo lo hace posible.

El político zacatecano ha cerrado las demás vías, pues ha reconocido la vigencia para la candidatura del Frente (como se llame) en el cual Alejandra Barrales tiene la preferencia como coautora del bloque político cuya finalidad es proyectar a Ricardo Anaya a la candidatura presidencial, y darle a ella cuanto el destino le arrebató cuando compitió internamente en el sexenio anterior, contra Miguel Ángel Mancera de quien  se había distanciado  tiempo atrás del anterior proceso (en varios sentidos) por el gobierno urbano.

–Y no quiero ser para Alejandra la manzana de la discordia, dijo Monreal.

Hoy el divorcio de Morena (necesario o voluntario) es un  hecho y solo faltan los, pápeles para así determinarlo como un hecho consumado. Así como la unión carnal consuma el matrimonio, la desunión política culmina en el divorcio.

—Dame tu mano, Morena, para subir al tranvía que está cayendo la nieve fría…

Hoy Monreal se sube a otro tranvía, quizá también llamado “Deseo”, como hubiera dicho Tennessee Williams, aunque aquí nadie viole a nadie, como en el drama teatral sí le ocurre a Blanche, presa de la sevicia de Stanley.

Porque la política, bien lo sabemos, tiene mucho de teatralidad.

FIASCO

La reunión de la Junta de Coordinación Política del Senado para tratar la queja del ex fiscal Santiago Nieto, fue una pura invención de los “bien portados” para mantener viva su protesta frente a la decisión de la PGR de separar al imprudente  funcionario.

Todo se va a ir al pleno. Y ahí no será cosa de leyes, sino de aritmética.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “El divorcio, la manzana, la alianza”

  1. Pues yo no se porqué, pero percibo rencor, ardor y hasta encono en esta y otras columnas del Sr. Cardona. Por qué ese afan de hacer ver a Santiago Nieto como «el imprudente» por haber expuesto la carta de Losoya. Y cuando expusieron a Vazquez Mota? acaso no es una práctica comun del PRI como lo dice Leo Zuckermann? ahí no hubo despidos.
    Ahora el Sr. Cardona ensalza a Monreal sin mencionar siquiera su don de traición y ambición desmedida como lo demuestra el haber estado coludido con el Narco en Zacatecas y le acomoda como el super político.
    No hay duda las plumas y exabruptos tienen precio.

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