Previsible como es, la política electoral mexicana se desplaza por los más rutinarios senderos de la hipocresía.

Todo se va en acusaciones, zancadillas, artes diversas de infinita maldad; corrupción al descubierto sobre todo cuando se trate de echar abajo la obvia mentira de quien pretende encarnar la pureza anti corruptora, como es el caso de Ricardo Anaya a quien ahora se le enderezan ataques por sus viejos negocios los cuales son tan graves (dicen quienes lo comparan con un nuevo Creso) como para concitar la condena de quien lleva tantas manchas en la vida, el ex presidente Felipe Calderón, cuya apresurada condena contra el candidato de su partido, no se basa ni en la conducta ejemplar, ni tampoco en el propósito de corregir el pecado ajeno, sino en una cobranza por la forma como Anaya bloqueó para siempre en el PAN a su esposa doña Margarita Zavala —y de paso le cerró su reelectoral ambición—, quien ahora reúne firmas y minutos de gratitud en los medios, para ver, inútilmente, su nombre en la papeleta sexenal.

Una vez más le atrapan los dedos en la puerta a Ricardo Anaya y una vez más el precandidato se defiende desde el sencillo papel de la víctima de maniobras perversas de los enemigos políticos. Todo es responsabilidad del PRI cuya desesperación se traduce en ataques a su limpia persona, como hizo cuando los terrenos industriales fueron puestos al descubierto, como ocurrió con la contagiosa prosperidad de su familia política, como sucede ahora con la fundación cuya finalidad humanística iba a ser construirle un edificio al PAN en Querétaro, sin lograr hasta ahora una explicación coherente y persuasiva.

“(Proceso).- El aspirante presidencial panista Ricardo Anaya Cortés creó en Querétaro una fundación que, en lugar de cumplir su objetivo social de “fortalecer la conciencia democrática de los queretanos y su formación cívico-política”, fue usada por él para hacer un millonario negocio inmobiliario con constructores amigos, mediante un complejo esquema de triangulación y encubrimiento de operaciones financieras.

“La Fundación por más Humanismo fue creada por Anaya en mayo de 2009, después de renunciar a la secretaría particular del gobernador panista de Querétaro, Francisco Garrido Patrón, y es en los hechos un “fantasma”, porque no existe registro de ninguna actividad pública y la omitió en su declaración 3de3.

“De acuerdo con documentación oficial y financiera que obtuvo Proceso, en 2010 Anaya recibió en la cuenta bancaria de la fundación un depósito de un millón 650 mil pesos del empresario Abraham Jaik Villarreal, dueño de JV Construcciones Civiles; con esa cantidad adquirió un terreno donde construyó un edificio que, en 2016, vendió en 7 millones 854 mil pesos a la empresa Agacel Agregados y Asfaltos, copropiedad de Lorena Jiménez Salcedo, presidenta de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Querétaro y exsecretaria particular del gobernador panista Francisco Domínguez Servién.

“De los 7.8 millones de la venta del edificio, construido en terrenos de alta plusvalía que fueron expropiados a instancias del gobierno de Garrido Patrón, Anaya le pagó el millón 650 mil pesos a Jaik Villarreal “12 mil más de lo que costó el terreno que inició el negocio”, pero también le transfirió 4 millones 909 mil pesos a la empresa de éste, JV Construcciones Civiles.

“No sólo eso: de este dinero “6 millones 559 mil pesos”, JV Construcciones Civiles se quedó con 3 millones 209 mil pesos y en dos transferencias le depositó 3 millones 350 mil pesos a DG Diseño y Construcciones, propiedad de Eduardo de la Guardia Herrera, quien es, curiosamente, vocal de la Fundación por más Humanismo, que presidió Anaya”.

Hasta aquí el hallazgo periodístico de cuya raíz no se tiene derecho a dudar. No sería, jamás, Álvaro Delgado un “condotiero” de la pluma al servicio del PRI como argumenta defensivamente Ricardo Anaya incapacitado de mejores argumentos. El hallazgo, dicho sea de paso, exhibe (como decía Agustín Barrios Gómez, “cifras de criada”.

Si la corrupción mayor en este mundo es por esas cifras “insignificantes junto a los casos de los grandes peces de gobiernos estatales”, el problema real y el aprovechamiento político de los enemigos, es por la falsedad, por la mentira, por la simulación. La hipocresía, pues; la doble moral, cuyo fin resulta en la “doble inmoral”.

La política “por otra parte, y quizá la más importante– se ha convertido ahora en una especie de cacería y exhibición de presas. Los comales les gritan a las ollas y los burros critican a los orejones.

Pero hay un hecho claro: los haberes de Ricardo Anaya, su tren de vida, los gastos de manutención de una familia en los Estados Unidos y las demás evidencias de enriquecimiento y gasto, quizá indebidos (y pongo el quizá por prudencia, no por duda), no han recibido una explicación suficiente y satisfactoria.

PANES Y PECES

— ¿Cómo se convirtieron los setecientos millones de pesos de un diferendo entre el gobierno de Chihuahua y Hacienda, en los 900 millones de pesos de un arreglo entre el gobierno de Chihuahua y la Secretaría de Gobernación?

Pues con el método, “Monje loco” (nadie sabe, nadie supo) o como el milagro de multiplicar los panes y los peces.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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