Instituto Electoral del Estado de México

Le toca a esta generación de políticos, especialmente a los de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México (verdadera cueva de Alí Babá), cargar con el estigma de no haber sido capaces de organizar siquiera una buena metodología para la reconstrucción (mínima, por cierto) de la Ciudad de México a pesar de haber tenido los recursos para hacerlo. También le queda a esta pandilla de Donceles, la deshonrosa fama de haber hecho la peor politiquería con los recursos públicos y hasta las donaciones y recaudación de la espontánea colaboración social, sobre cuyos montos y destino poco se ha informado.

En estos días hemos visto cómo todo se desmorona, se viene abajo como tantos edificios en el temblor, menos la ambición de los asambleístas, quienes han formado un triunvirato (Luna, Toledo, Romero) por cuya honestidad (individual o de grupo) nadie metería las manos al fuego.

Como sucede en los casos recientes y de acuerdo con la corrección política, el Comité para la Reconstrucción tuvo un apéndice ciudadano, cuya utilidad, como suele suceder con estas representaciones, se le unta al Camembert. Pero al menos su testimonio es importante, especialmente ahora, cuando ha renunciado Ricardo Becerra, quien estaba al frente de los esfuerzos (muy pocos) de la reedificación.

La renuncia de Becerra fue seguida por la de Mauricio Merino y Katia D’Artigues. A falta de mejores análisis, sabemos el de Mauricio Merino, quien es un hombre respetado y respetable.

Dice así al investigador social del CIDE:

“Se trata (el documento confiscatorio, por no decir cleptómano, de la ALCDMX)*, literalmente, de un reparto de recursos públicos, que no corresponde con un esfuerzo previo de planeación sobre las tareas a seguir para atender las necesidades que han ido brotando tras la evaluación de los daños causados por el terremoto del 19 de septiembre, ni con la participación orquestada entre los afectados y las autoridades…”

Pero esta intervención excesiva e indebida de la trinca infernal de Donceles (Luna, Toledo, Romero) ya fue impugnada (con poco éxito, creo yo) por el Jefe de Gobierno, quien le ha pedido a la Asamblea, amarrarle las manos a la Asamblea (sic), y dejarla en esta materia “sin ningún tipo de intervención”.

Y lo hizo mediante una iniciativa legal y un anuncio de prensa dominical cuyo texto es éste:

“El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, envió a la Asamblea Legislativa una Iniciativa de Decreto por el que se adicionan, reforman y derogan diversas disposiciones de la Ley de Presupuesto y Gasto Eficiente de la ciudad y del Decreto por el que se expide el Presupuesto de Egresos de la Ciudad de México para el Ejercicio Fiscal 2018.

“Detalló que el documento fue entregado el sábado 17 de febrero a las 17:30 horas a la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa y con él se busca dar certidumbre al ejercicio de recursos para la Reconstrucción.

“Esto me parece que da total certidumbre que debe seguirse y eliminar el tramo de aprobación, de verificación, de determinación de montos por parte de la Asamblea Legislativa, y con esto, tanto en la función misma del órgano legislativo, como la propia nuestra en el ejercicio del gasto, no quede ninguna duda para la ciudadanía”, indicó.

“Ya no habría ningún tipo de intervención de la Comisión de Gobierno”, afirmó en el Salón Murales del Antiguo Palacio del Ayuntamiento”.

El pasado 16, la Asamblea (jesuíticamente), envió el siguiente comunicado:

“…El uso de los recursos de la reconstrucción de la Ciudad de México corresponde a la Secretaría de Finanzas local y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal mantiene su disponibilidad para coadyuvar en las tareas que se necesiten de forma coordinada con autoridades, la Comisión de Reconstrucción y las familias afectadas por el pasado sismo del 19 de septiembre.

“El diputado Leonel Luna Estrada reiteró que las Comisiones de Gobierno y de Presupuesto y Cuenta Pública, entregaron ayer los proyectos remitidos por diversas secretarías y delegaciones sobre la reconstrucción a la Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México, y ahora a esta dependencia le corresponde transferir los recursos para las tareas, acciones y obras que se requieran, tal y como siempre ha sido su función.

“Todo lo relativo al uso de los recursos públicos está en la cancha de la Secretaría de Finanzas de la Ciudad de México”, indicó”.

Pues la Comisión con la cual la perniciosa Asamblea quiere coadyuvar, se ha roto precisamente por los desvaríos de los diputados y las familias afectadas están, un mucho, hasta la madre de toda esta burocracia inútil, cuya labor en más de cinco meses no ha ido más allá de los discursos y los enredos.

El Jefe de Gobierno pronto dejará de serlo; la Comisión está descabezada y mutilada en su parte ciudadana, y la Asamblea, desfigurada por su endémica corrupción y lo impresentable de muchos de sus integrantes.

Así pues, la coadyuvancia es una palabra vacía. Como la reconstrucción.

OLGA

Muchos dijimos cuando AML (sin la O, por favor) presentó en su gabinete a Olga Sánchez Cordero como secretaria de Gobernación, esto es una broma, superada sólo por la designación de Alejandro Poiré en ese cargo durante el felipato.

Ahora su inclusión en las listas plurinominales de Morena al Senado también parece serlo, pero en ese cuerpo legislativo ya estamos acostumbrados a las “charlotadas”: Ana Gabriela Guevara, Irma Serrano, Layda Sansores…

Y en tiempos lejanos y distantes, “Incitatus”, el caballo de Calígula.

*Los paréntesis son de la casa.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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