Instituto Electoral del Estado de México

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Quienes han visto en la arenga sabatina de Felipe Calderón durante el Consejo Nacional de su partido una novedad en cuanto a un imaginario candidato foráneo, deberían revisar los archivos. Don Felipe no ha dicho nada nuevo.

La candidatura externa, ciudadana; mejorada, recargada, afín, habilitada, similar o como se le quiera llamar es un viejo muletazo en su repertorio taurino, una especie de farol invertido, una suerte casi siempre a toro pasado.

El dos de diciembre del año 2010 Calderón realizaba su “road show” con motivo del IV Informe y entre la cascada de entrevistas, casi todas obsecuentes y acríticas, la prensa de esta ciudad publicó esta nota:

“El presidente Felipe Calderón manifestó su expectativa de que ojala se postule a un candidato ciudadano, de la sociedad civil, para disputar por el PAN en 2012 la Presidencia de la República.

“»No descartaría, ojala así fuera incluso, alguna distinguida o algún distinguido integrante de la sociedad civil… la verdad es que yo no tengo candidato preferido para el futuro, para que me suceda, yo lo que aspiro es a que haya un proceso democrático como fue el mío en el PAN y sé que la democracia trae premios a los ciudadanos. Un proceso democrático va a sacar una buena candidata o un buen candidato del PAN”.

Antes, con motivo del Día del Médico, colmó de flores, a Juan Ramón de la Fuente.

Con ese motivo esta columna publicó el siguiente texto del cual el propio ex rector de encargó de aclarar puntos. Me envió un mensaje de e-mail y me reafirmó su compromiso por las causas de la sociedad civil y su permanencia en esa trinchera.

Veamos:

“…Creo que todos recordamos –dijo FCH–, el momento en que el doctor De la Fuente tomó (la) Rectoría, una Universidad que estaba paralizada, que estaba prácticamente condenada a esa parálisis; una Universidad que estuvo en paro durante casi un año y su rector, codo con codo con la comunidad universitaria, logró recuperar el orgullo de la UNAM, centrando, nuevamente, su labor en la investigación, la docencia y la difusión.

“De cómo estaba la Universidad cuando entró el doctor de la Fuente, a cómo estaba la Universidad cuando dejó el rector Juan Ramón de la Fuente a la misma, hay una enorme diferencia que está marcada y para bien, precisamente, en el orgullo de los universitarios y de México.

“La Universidad recobró en sus manos el prestigio y la excelencia que le corresponden y que nunca debe de perder”. Hasta aquí la cita.

“En las actuales condiciones de penuria en el Partido Acción Nacional; de entre cuyas filas no se escuchan ahora sino los huesos quebrados, las zancadillas y la riña interminable ya no por una candidatura, sino por la presidencia nacional; dirigida o no desde Los Pinos, tan señalado elogio a las capacidades del doctor De la Fuente (las cuales no se discuten), no puede ser interpretado sino como una oferta en la bandeja de plata.

“El presidente Calderón le ha metido el termómetro a la caldera interna. ¿Admitirían los panistas como candidato “externo”, asimilado o como sea la fórmula a quien López Obrador propuso como su secretario de Gobernación?”

Yo ignoro si existe en realidad la intención de buscar un paracaidista para la candidatura del PAN. Don Gustavo Madero presume su decena mágica y nadie lo toma en serio. Tampoco me importaría gran cosa el proceder de los panistas, es cosa de ellos.

Solo argumento, este muletazo, con el pico del palillo y la punta de la franela, nada más impresiona villamelones y espanta bobitos. Es recurso gastado, susto para la cofradía, como quien sopla un espanta-suegras.

MOURIÑO, ATENTADO

Se ha publicado en esta ciudad un libro llamado “El cártel español, historia crítica de la reconquista de México y América Latina. 1898-2008”. Su autor es Oriol Malló Vilaplana.

La tesis de este autor es simple: Estados Unidos y España tuvieron enorme importancia en la solución del conflicto post electoral en favor de Felipe Calderón en el 2006. El fortalecido grupo hispano (Aznar en campaña, etc) creía tener en Juan Camilo Mouriño la promesa de un presidente mexicano nacido en España, con lo cual todo volvería –al menos para algunos promotores de la especie–, a los años de la gloria peninsular sobre América.

Los escándalos de corrupción de Mouriño lo debilitaron, además olvidó la regla de oro de la discreción gallega, “siempre al amparo del poder pero nunca desde el gobierno” y le dieron pie “con trazo burdo, al guión de su muerte”.

Si hubiera dimitido, dice Malló, “estaría vivo, pero creyó que al lado de Calderón siempre sería intocable. Craso error no retirarse a tiempo. Al final esta tragedia llegó a su clímax y un avión se desplomó en el Paseo de la Reforma.”

El libro fue publicado en Madrid por editorial Foca.

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