
El pasado 16 de diciembre, la docente de iniciales CASP, perteneciente al programa Pilares en Chalma de Guadalupe, informó por escrito al contralor interno que fue abusada sexualmente por Antonio, tallerista también, pero de otro Pilares.
El caso ha destapado una serie de manejos que apuntarían a que, en Los Pilares, la joya de Claudia Sheinbaum en materia de centros comunitarios, un grupo de hombres puede apoyarse entre sí para atacar a una mujer víctima de la peor de las violencias de género. Al interior del gobierno de la CDMX, la primera reacción fue decir que “se trata de grillas”, esto antes de verificar que incluso la mujer ya llevó ante el MP su caso.
El agresor no fue sancionado por el jefe de CASP y quizás esto no sea una sorpresa: el jefe de Pilares involucrado le mandó mensajes sexuales grotescos a la propia CASP y a otra de sus compañeras.
“Vamos a coger” o petición de una felación a una tallerista a la que primero le dice que le quiere pedir un favor. No es de extrañar que este jefe no haya reaccionado a un abuso sexual contra una mujer que estaba inconsciente por medicamentos que le recetaron luego de lesionarse la espalda.
VIOLADA MIENTRAS ESTÁ INCONSCIENTE
CASP inició un noviazgo con Antonio a principios de enero, mismo que mantuvo a lo largo del año. Sin embargo, en abril la mujer sufrió una caída que le generó una desviación en la columna vertebral. Desde entonces tuvo que tomar una combinación de medicamentos para disminuir el dolor.
Las pastillas le provocaban somnolencia, algo que era del conocimiento del novio. El 25 de junio, Antonio se presentó en la casa de CASP y ella le comentó que se iba a dormir porque había tomado sus analgésicos. Así lo hizo y al abrir los ojos, CASP vio que tenía encima a Antonio.
“¿Qué haces encima de mí?”, le cuestionó.
“Vamos por el segundo”, respondió Antonio.
La mujer, quien se descubrió semidesnuda, apoyó sus manos contra el pecho de Antonio y lo aventó. CASP constató que el sujeto no traía preservativo.
La mujer le dijo que eso era violación, una relación sexual sin su consentimiento. CASP incluso le preguntó a Antonio que sentiría si eso se lo hicieran a su mamá o a su hermana. El hombre contestó que eso sí sería violación.
La mujer cortó de inmediato el noviazgo.
Toda vez que Antonio era muy amigo de su jefe, el líder controlador de proyectos que gusta de los mensajes grotescos con sus subordinadas, CASP le informó de lo sucedido, pidiéndole que tomara cartas en el asunto para garantizarle su integridad y también las de las usuarias de Pilares, entre quienes hay adolescentes, con quienes Antonio tiene contacto.
No sólo no hubo empatía por parte de su jefe directo, sino que un par de meses después, CASP recibió la orden de apoyar al Pilares donde trabajaba su agresor. “Me negué por obvias razones”, se lee en su queja ante el contralor interno responsable de la supervisión de Pilares. En aquella ocasión, logró ser reasignada; sin embargo, en octubre fue Antonio quien comenzó a presentarse en el Pilares de la mujer. “No es mi problema, es tu vida personal”, le indicó el líder de proyecto cuando CASP se quejó y que tenía el apoyo del subdirector del programa Pilares.
En noviembre, finalmente, el líder de proyecto le dijo a CASP que la situación era ya insostenible y que mejor pidiera su cambio. “¿Por qué tengo que solicitar mi cambio yo, cuando es el agresor?”, recriminó CASP.
Crisis de ansiedad a la par de los cuidados de la lesión en la espalda, terminaron por tornar su centro de trabajo en un infierno para CASP. Finalmente, el 14 de diciembre, el líder de proyecto, ante una nueva queja de la mujer, le exigió que hablará con Antonio. La mujer ya no aguantó más y reportó los hechos al contralor responsable de Pilares.
Una llamada al contralor, más el envío del documento formal de queja al wasap del mismo funcionario, no dieron resultado alguno. Los días pasaron sin que hubiera indicios de que el asunto cambiaría.
CASP acudió a la Fiscalía General de Justicia el 22 de diciembre a levantar su denuncia por violación.
En ella, cumpliendo todos los requisitos de ley, hizo una denuncia penal contra su agresor y solicitó las medidas precautorias correspondientes. Con nombre y apellido, narró lo que vivió aquella noche y solicitó lo que intentó, una y otra vez, pidió en su casa laboral, Pilares.
La jefatura de Gobierno, vía atención ciudadana, también fue enterrada del caso, aunque podrán atenderla hasta después de vacaciones.
- TEXTO DE LILIANA GÓMEZ Y ARTURO RAMOS