El viernes de la semana pasada Enrique Campos y yo entrevistamos a Josefina Vásquez Mota en Radio Fórmula (la charla se difundió a las 22 horas). Al terminar la conversación acompañé a la ahora triunfante candidata al estacionamiento donde la esperaba su camioneta.

–¿Se irán las cosas la segunda vuelta?

–No, por favor. Ya que se acabe esto; que se acabe el día cinco.”

En aquella conversación fuera del aire Josefina estaba abrumada. Agotada y con los nervios de punta. Las presiones oficiales se dejaban sentir a cada paso. Discreta y cautelosa no denunció nada más allá de lo sabido y denunciado ante su Comisión Electoral, pero su actitud era de tensión casi incontenible.

–Ha habido cosas horribles”, dijo antes de subirse a su vehículo con una sonrisa casi de compromiso acompañada por Herminio Rebollo.

Pero el proceso acabó con un 55 por ciento en su favor cuando a las 20.41 de la noche José Espina anunció tendencias irreversibles por las cuales se confirmaron las previsiones de las encuestas y se echó abajo el mito de un PAN desconocido y enigmático cuya determinación militante resultaba un misterio cuyo desvelo daría por resultado la gran sorpresa de hacer ganar a quien iba 30 puntos abajo en casi todas las encuestas, las propias y las ajenas.

Se acabó la selección interna para ella y en su favor y en abono de la tradición invocada paso a paso por quienes se hicieron llamar los “panistas libres”.

La militancia derrumbó al “dedazo” y nadie sabe hasta ahora cuál será el talante del gran dedo.

Entre otras cosas hoy queda mucho más claro cómo la estrategia de Josefina funcionó de cabo a rabo y cuánta razón tuvo de negarse a competir por el azul en el estado de México. Perder aquello era automáticamente perder esto.

Se acabó el asunto en beneficio de la tradición “democrática” de Acción Nacional a pesar de cómo todos le metieron groseramente la mano: Fue un golpe severo a los intentos de manipulación desde el poder cuyo fracaso se inició cuando se echó abajo la “consulta indicativa”. .

El dilema de Acción Nacional se resolvió a fin de cuentas más allá del “haiga sido como haiga sido”. Fue como fue y nada más. Si la situación vigente hasta ayer por la mañana mantenía en el umbral un grave problema para la legitimidad del candidato (y del propio partido) cuya la definición final para quien aspira a suceder a Felipe Calderón, disminuye las tensiones internas sin heridas profundas.

Anoche, nuevamente, como cuando Felipe Calderón le ganó a Santiago Creel en el 2005, la casa de campaña de la colonia del Valle llenó de luz y fiesta la calle Sacramento. En otra casa enorme ésta, en Chapultepec, no se vieron juegos de artificio.

Y ya cerca de las 21 horas, Ernesto Cordero sin bazuca y con la pólvora mojada, reconoció su derrota.

PEÑA

Mientras el Partido Acción Nacional desarrollaba su proceso interno, Enrique Peña Nieto prosiguió con sus actividades de promoción política en esta modalidad de campaña sin campaña a la cual la ley electoral vigente impulsa a los nuevos actores.

En el Palacio de los Deportes completamente lleno por simpatizantes, similares y conexos; con Beatriz Paredes como estrella secundaria en el elenco, Peña insistió en el tema derivado del “fronterazo” fallido (hasta ahora) en contra de tres ex gobernadores de Tamaulipas, uno de ellos, Manuel Cavazos, candidato del PRI al Senado.

“…espero –dijo EPN ante sus seguidores–, que haya de parte del gobierno federal un total y absoluto respeto a este proceso electoral, que mantenga la obligación que tiene de generar condiciones óptimas para el desarrollo de este ejercicio democrático, y donde verdaderamente se mantenga al margen y en total imparcialidad respecto de su participación o eventual apoyo a algún partido.

“Yo espero que el gobierno, como lo he dicho ya, acredite su vocación democrática, la que debe tener todo gobierno, y realmente dar espacio para que la sociedad mexicana decida de manera libre, quiénes serán su próximo Presidente de la República y sus demás representantes, tanto en el Congreso de la Unión, como los gobernadores en las siete entidades donde habrá competencia para este cargo, incluido, evidentemente, la jefatura de Gobierno…”

A ver quién se cansa primero.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

Deja una respuesta