Primero se quiso presentar como una grave violación a los Derechos Humanos.
Después, como desdén suficiente, por la negligencia ante las denuncias de espionaje, para la retirada de las organizaciones civiles integrantes de la plataforma del “Gobierno abierto”. Como eso no fue plenamente satisfactorio, entonces se recurrió al escándalo internacional a través de una filtración abierta al New York Times el cual, presuroso, se sumó a la cusa, mediante un “refrito” simple y llano. Pero suficiente para la gritería.
Luego se le quiso endosar el expediente y sus consecuencias (hasta la renuncia del presidente habían exigido) al omnipresente fenómeno de la corrupción y por ahí enfilaron las baterías.
Por eso esta noticia, de hace ya unos días les causó un frenético ardor: el espionaje, en todo caso, no configura actos de corrupción. Esto se ha publicado:
“…El Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción rechazó solicitar al gobierno federal información sobre el programa espía Pegasus, u otros semejantes en su poder, con el argumento de que el espionaje no es un delito considerado dentro del catálogo de corrupción.
“El Comité de Participación Ciudadana (CPC) solicitó a la Coordinación del Sistema Nacional Anticorrupción que pidiera la información sobre la herramienta Pegasus, con la que según denunciaron organizaciones, activistas y ciudadanos, fueron atacados, para intervenir sus comunicaciones privadas. El pleno de la comisión votó en contra y rechazaron tener atribuciones para dicha solicitud.
“Jaqueline Peschard presidenta del CPC y del Comité Coordinador, explicó que consideran existen presuntos actos de corrupción, “porque encontramos que hay una violación, si es que la acusación que se hizo en un medio de comunicación se confirma, a los derechos fundamentales y la vida privada de las personas”, dijo.
“Alfredo Pérez Daza, integrante del Consejo de la Judicatura Federal, aseguró que la intervención ilegal de comunicaciones es un delito que no está considerado en el catálogo de corrupción, por lo que no le corresponde a su Comité Coordinador analizar el tema”.
De esa manera querían juntar preñadas con paridas y sumar toronjas con naranjas. Hoy la artillería debe buscar otros blancos para su ataque.
Por lo pronto el aprovechamiento político y partidario de este asunto no se ha dejado esperar. El portal de “Aristegui noticias”, particularmente atento a la evolución de este caso, da cuenta de cómo Ricardo Anaya se aferra al asunto como quien se prende de un clavo ardiente (y oportuno):
“En un comunicado, el partido indicó que “en las instalaciones del Comité Ejecutivo Nacional, refrendaron (él Rosario Guzmán y Jorge Ramos, integrantes de la Comisión Bicameral de Seguridad), el compromiso del PAN para impedir la impunidad en este caso, delineando la ruta para identificar las agencias gubernamentales, partidas presupuestales y todo lo relacionado al “malware Pegasus”, desde cuántas licencias se compraron hasta los actores intervenidos” (y de una vez los interventores, ¿no?).
“Insistieron que el espionaje ilegal representa una grave violación a los derechos humanos y que los funcionarios responsables deberán dejar sus cargos y enfrentar la justicia desde prisión. Reiteraron que el gobierno se equivoca al considerar a los periodistas, activistas y políticos de oposición como un peligro para la seguridad nacional, pues lo que hacen es trabajar para hacer de México un país con mayor igualdad y justicia”, abundó el instituto político.
“Ricardo Anaya destacó el papel clave que jugará el poder legislativo en la investigación de este delito, para evitar la impunidad. Señaló que se mantendrán activos y atentos a las comparecencias de funcionarios federales, para llegar a la verdad y coadyuvar en la labor de fincar responsabilidades“, finalizó.
BELTRONES
No estaba ni ausente ni oculto, ni callado ni de vacaciones permanentes. No supe de él en el golf, tampoco nadie me dijo haberlo visto en Las Vegas. Estaba haciendo política, como es su vocación y oficio. Y en ese sentido ha hablado con Reforma y ha dicho:
“El partido no puede seguir siendo un taxi que traslade de un lugar a otro a personas que no tengamos la seguridad de que van a cumplir con la obligación del partido, porque después es el partido el que sale raspado.
“Si trasladó por ahí a algún delincuente, pues andan posteriormente buscando al taxista y al taxi en lugar de al delincuente. Esto lo tenemos que arreglar y rápido. El partido debe tener identidad. Ya tenemos las reglas. Respetemos las reglas, no andemos haciendo trajes a la medida o deshaciendo los trajes que vamos a vestir.”
Impecable, pero al parecer Beltrones olvida cómo esos delincuentes pasajeros en el taxi, viajaban cuando él conducía el partido-Uber.
Y entonces no los señaló ni con el meñique, ya no digamos con el actual e implacable índice de fuego de estos días.
Y en cuanto a la su decisión de pensar en la candidatura presidencial después de la Asamblea, eso equivale a un no. Un no, rotundo. Si hubiera intención, no se aguardaría la plenaria; se le presentaría a la Asamblea como tema de debate.