Una vez más el gobierno mexicano ocupa en la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (OEA), el incómodo banquillo de los acusados. De los condenados, mejor dicho. Lucen los funcionarios –Campa, Higuera, Herrerías–, decorativo capirote de herejes sentenciados, digan cuanto aleguen.

No podrá este país, jamás,  librarse de esa inquisición cuyas acciones, recomendaciones, observaciones, ficciones  e ilusiones,  no resolverán un caso irresoluble como sin duda es de los activistas de Ayotzinapa capturados y asesinados por los cárteles de la droga en Guerrero, pero sí les permitirá a los adversarios minar la solidez del Estado cuya endeble condición lo pone en riesgo ante cualquier coyuntura internacional, como –por ejemplo—las amenazas del gobierno de Donald Trump, todas concurrentes en violaciones de derechos humanos frente a los cuales la Organización de los Estados Americanos, en Washington, calla sumisa y obsecuente, así Andrés Manuel acuda a ella en un deslucido y oportunista acto de campaña electoral.

De acuerdo con la información procedente de la capital de Estados Unidos, Roberto Campa, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, quien tiene en sus manos la papa caliente,  acudió a la

única investigación real, cuya conclusión  parcial ha sido conocida, desde los tiempos del Procurador Jesús Murillo Karam como “la verdad histórica”, la cual ha sido, es y será, rechazada de plano, no sólo por incompleta sino porque no se ajusta a las necesidades de reivindicación política de quienes usan este caso con  fines de promoción personal y de grupo, tal es el caso de Emilio Álvarez Icaza (quien dejó la secretaría de la CIDH, tras instalar en México la quinta columna del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI), cuya demoledora labor no ha concluido), para lanzarse como candidato “independiente” por la Presidencia de la República.

Pero la reunión, realizada en un inexplicablemente bautizado salón Rubén Darío (¡Ay! Rubén, ahora eres un  triste auditorio sin trono de malaquita) fue una verdadera cena de negros.

Aparecieron los infaltables jesuíticos del Padre Pro (el autor intelectual del magnicidio de Obregón), encabezados por Mario Patrón (hasta los telefonemas interceptados a los narcos guerrerenses hablan de un patrón, quien no es este ni por asomo); Vidulfo Rosales, el abogado para quien los padres son viles y piojosos, y toda la claque cuya insistencia en el caso se ha convertido en “modus vivendi”, lo suficientemente rentable como para sobrevivir con su aliento por dos años y un poco más.

Cuando la indignación de los correctos pregunta, ¿de qué vive Andrés Manuel (a pesar de un partido político subvencionado por el INE, del cual obtiene renta, logística e impunidad, como antes lo hacía con el PRD), a nadie se le ocurre preguntar el origen de los chelines para sostener a los familiares victimas y victimizados, a sus leguleyos y a sus padrinos de las ONG´s adheridas a la SMI. Vaya pues…

Pero, en fin, ahí están el molino y sus ruedas para quien quiera hacer de las piedras sucedáneos de la sagrada forma y con ellas comulgar.

Por lo pronto los funcionarios mexicanos engulleron  el sapo entero, fueron sometidos a rijosidad declarativa, los pusieron contra la pared y ellos se comportaron  correctamente con base en esta declaración de Roberto Campa quien con el terno rasgado salió airoso de la plaza donde lo encerraron con seis de media costa, tan toreados como “Tanguito”.

“ (Apro).- Roberto Campa Cifrián, subsecretario para Derechos Humanos en la Secretaría de Gobernación (Segob) relanzó hoy la “verdad histórica” del gobierno federal sobre la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa; el funcionario aseveró que, a 30 meses de la noche de Iguala, “no se ha consolidado otra hipótesis”.

“Campa lo declaró en Washington, frente a representantes de los padres de los 43 normalistas desaparecidos y a los integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), durante la sesión dedicada a los avances del mecanismo de seguimiento al caso Aytozinapa.

“O sea, ¿La hipótesis del Estado sigue siendo la del basurero?”, preguntó, indignado, Mario Patrón, director del Centro de Derechos Humanos Pro Juárez. Algunos padres expresaron su ofensa y el micrófono del activista fue cortado enseguida—

“…Esmeralda Arosemena de Troitiño, quien presidió la sesión y estrenó hoy su papel de relatora especial de la CIDH para México, trató de calmar los ánimos en el Salón Rubén Darío. En vano.

“Hay posibilidad de considerar la hipótesis de que es válida la versión del Estado?”, preguntó Campa, en respuesta al tumulto.

“¡Se están rechazando las conclusiones del GIEI en este momento!”, insistió Patrón”.

La información no dice si entre los padre estaba Antonio Tizapa a quien Andrés Manuel tachó de provocador cuando éste le preguntó por sus nexos con Aguirre Rivero y Abarca, correligionarios suyos en momentos cruciales de sus carreras políticas.

“…cuando mataron a estos muchachos de Ayotzinapa  –dijo– , cuando Ángel Aguirre estaba como gobernador interino (sic) en ese entonces (…) Qué había hecho con este señor Aguirre y con este señor (José Luis) Abarca, también, y me tachó de provocador. En ningún momento pienso que le falté al respeto con esas preguntas. No hay cabida también para que, pues, me trate de provocador”.

Provocaos los unos a los otros…

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Se festeja en Campeche la expropiación petrolera, lo cual puede sonar a burla o simple nostalgia, pero de todas maneras el gobernador Alejandro Moreno Cárdenas recibe la sexta visita del presidente Enrique Peña en el breve lapso de su mandato, y le dice emocionado:

“…En este escenario de transformación, Carmen es y seguirá siendo la capital petrolera de nuestro país.

“…Con su apoyo firme y decidido, Campeche ha recibido en 4 años de la administración del presidente Peña Nieto 17 mil 743 millones de pesos federales para programas y obras de desarrollo en beneficio de todos los campechanos.

“Que se escuche bien y que se escuche lejos, esto es casi el doble de los recibido por nuestro Estado durante los 12 años de las dos administraciones federales anteriores, ese es el compromiso del presidente Peña con Campeche.

“…Quiero decirles a todos y quiero reconocer también el trabajo comprometido que hemos impulsado desde el sector energético…”

Pero no se ciñen las buenas noticias a los fondos promovidos desde el gobierno federal a la quebrantada zona petrolera campechana.

El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza,entregó el título de concesión para construir el “Puente de la Unidad”, unión entre la capital y la Ciudad del Carmen, vital para la economía  al gobernador Alejandro Moreno, con lo cual se cumple una promesa y se inicia  una obra fundamental para el estado.

“…Quiero anunciarles –dijo el gobernador–, que el día de ayer, después de gestiones y de compromisos, con recursos asegurados y que hoy están en licitación, tendremos una inversión, en Carmen, de más de 2 mil 500 millones de pesos, obras de infraestructura que le cambiaran el rostro y la imagen a Carmen y a nuestro Estado.

“…Hoy les anuncio –prosiguió–, que habremos de construir el Distribuidor Vial del Chechén, la nueva Unidad Deportiva y el tan ansiado nuevo Puente de la Unidad para todos nuestros hermanos carmelitas.

“Todos sabemos, todos nosotros sabemos, aquí, que el Puente de la Unidad fue ofrecido por administraciones anteriores y no se cumplió.

“A todos esos incrédulos que pensaban que en este sexenio no se iba a cumplir, hoy les digo a todos que el presidente Enrique Peña Nieto es un hombre de palabra que se compromete y cumple; y con toda certeza, con todo compromiso hoy les anuncio que la construcción del nuevo Puente de la Unidad se iniciará en el mes de abril y el presidente Enrique Peña Nieto lo va a inaugurar en el mes de octubre de 2018”.

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Un poco tarde pero esta columna desea despedir con un recuerdo amigable al diestro Jesús Solórzano, de cuya amistad disfruté en algunos años, así la relación se haya disipado con el paso del tiempo. Descanse en paz del fino artista del ruedo a quien en su tiempo Francisco Lazo llamaba “El niño lavanda”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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