Instituto Electoral del Estado de México

Así pues si no aparecen los desaparecidos, al menos ya apareció el peine: un uso político de la CNDH para suavizar la carretera con rumbo a la persuasión senatorial.

La expresión no es ni nueva ni novedosa. Desapareció, dicen, como si se lo hubiera tragado la tierra. Y todos sabemos, excepto en casos de grietas o deslizamientos, la tierra no se traga nada, excepto, quizá, los lixiviados de la minería sonorense.

Sin embargo en el lenguaje jurídico y de los derechos humanos, es relativamente nuevo el concepto de la “desaparición forzada”. Para poner un ejemplo ramplón: si un señor dice en su casa, ahora vengo, voy por unos cigarros y nadie lo vuelve a ver en 20 o más, años, ese lapso el caballero estuvo simplemente desaparecido.

Pero si alguien es detenido extrajudicialmente por la policía o alguna fuerza de seguridad y de él no vuelve a saberse nada; nunca, estamos frente a una desaparición forzada, delito de lesa humanidad sin prescripción atenuante, del cual se responsabiliza al Estado. Por eso no prescribe.

Si bien en términos relativos ambas circunstancias pueden confundirse, durante un tiempo, hay un momento, cuando se indaga e investiga, para deslindar la naturaleza de ambos tipos de evanescencia. Y de eso debe reponsabilizarse, en ambos casos, el Estado mismo.

El problema actual en México consiste en la dispersión de esfuerzos y la diversidad de intereses detrás de la investigación. Por eso los datos de la Secretaría de Gobernación y los de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (no se diga las ONG dedicadas al tema) jamás empatan. Cada quien tira por su lado y se confunden las aguas y los molinos.

En este sentido vale la pena reflexionar en torno de los comentarios de Amnistía Internacional sobre el asunto, expresados durante la conmemoración del día de los desaparecidos: “Una vez más el gobierno mexicano aporta una nueva cifra sobre personas no localizadas, sin claridad sobre cómo se obtuvo ni transparencia alguna. No queda claro cómo estas 22 mil 322 personas se relacionan con los datos aportados por la Secretaría de Gobernación el 22 de mayo, que se referían a 8 mil personas, y el 16 de junio que explicaron que en realidad se trataba de 16 mil personas”.

Pero obviamente, se dirá, para clarificar tan compleja materia tenemos una bien dotada CNDH, lo cual puede ser cierto, pero también puede no serlo. Vea usted el dicho de Tania Ramírez, de la organización de búsqueda HIJOS: “…en lo que va de 2014 no ha habido registros de desapariciones en donde haya intervenido algún servidor público. El ombudsman nacional, Raúl Plascencia Villanueva, está incurriendo en un acto de exculpación del gobierno federal, cuyo propósito es congraciarse con las autoridades para lograr su reelección en noviembre de este año, haciendo a un lado su obligación de defender a las víctimas…”

Así pues si no aparecen los desaparecidos, al menos ya apareció el peine: un uso político de la CNDH para suavizar la carretera con rumbo a la persuasión senatorial. Cuatro años más.

CHÍCHARO

En España le llaman también con el genérico, “guisante”. “El chicharito” Hernández llega al mejor equipo de la historia española.

Ese es su primer paso. Los demás serán ganar cinco “Pichichis”.

Entonces hablamos, macho…

rafael.cardona.sandoval@gmail.com

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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