Instituto Electoral del Estado de México

Tras escuchar ayer la conferencia de prensa del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, con la cual celebró el triunfo de la consulta para abandonar la obra aeroportuaria de Texcoco, la muerte de la corrupción y el contratismo voraz, ante el advenimiento definitivo de la democracia participativa (sólo una parte decide todo), una cosa queda clara: no se trata ni de participación política ni de aeronáutica.

La razón de fondo es imponer un nuevo sistema, Fuera de la tradición de unos cuantos en aprovechamiento de los bienes nacionales, del compadrazgo y el amiguismo. Contratismo voraz, le llamó el líder de la Cuarta Transformación.

Y en esas condiciones dos cosas quedan un tanto oscuras, al menos para la escasa inteligencia de esta columna: ¿cómo se van a garantizar los intereses de quienes tienen contratos con el NAIM trasladando sus negocios a Santa Lucía?

Si son corruptos no se deberían reconocer como legítimos sus intereses ni habría necesidad de remolcarlos al nuevo proyecto, si alguna vez cabalgaron en el negro potro de la corruptela.

Y otra cosa rara:

José María Riobóo, contratista, concesionario y constructor de antaño conocido, ¿es un respaldo tan especial como para aparecer en la mesa de conferencias junto al futuro secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, y el jefe de la futura oficina presidencial, Alfonso Romo?

Esta “cosa rara” queda respondida con las propias palabras del Presidente Electo, de las cuales esta columna da cuenta líneas más abajo.

Estos pobres párrafos no son críticas ni mucho menos podrían considerarse censuras.

¿Quién es uno para criticar al Presidente Electo? Mucho menos para descalificar alguna de sus acciones, sus ideas o sus frases. Dios me libre de semejante falta de respeto.

Nada más son preguntas al aire. Y el aire, como los políticos, nunca responde, por eso es mejor dirigirse directamente a don Eolo sin esperar ninguna explicación. En los raros casos de una contestación, pues vale poco, porque nunca se entiende.

Hoy la consulta ya es cosa del pasado.

Ninguna importancia tiene si rellenaron las urnas o se les cayó el sistema. Hasta donde se sabe, Manuel Bartlett no llegó al equipo para esas cosas sino para garantizar la luz de los mexicanos y la energía eléctrica de todas las industrias del país. Fiat lux.

Por otra parte, los pequeños errores no fueron significativos. Ni los votos múltiples ni las deficiencias ni nada de eso. Nada vale si se le compara con el despertar del pueblo alegre cuya sabiduría infinita ahora ilumina nuestro sendero y nos lleva con paso firme a los mejores estadios de la vida nacional, espacios de bienestar ni siquiera imaginado por nuestros héroes de Independencia, Reforma, Revolución o cualquiera otra etapa de nuestro pasado glorioso.

El pueblo, cuya participación masiva se derramó en las urnas el primero de julio de este año y permitió la nueva composición del poder político en México, para siempre separado del poder económico —según dijo ayer el señor Presidente Electo mientras lo escuchaban, entre otros, Alfonso Romo y el ya dicho ingeniero Riobóo—, repitió en estos días del pasado fin de semana la hazaña participativa con la cual se le va a cambiar el rostro a México. En eso yo también me canso ganso.

“Volvimos a dar el ejemplo a nivel mundial”, dijo don AM.

Pero en cuanto a los aeropuertos, tema central de todos estos asuntos, valen la pena estos datos ofrecidos ayer:

“Estoy haciendo con ustedes el compromiso que en tres años va a estar resuelto en definitiva el problema de la saturación del aeropuerto…

“…Estoy haciendo desde este momento el compromiso con ustedes, que en tres años… van a estar construidas las dos pistas que se necesitan en el aeropuerto de Santa Lucía y se va a tener la conexión; un carril confinado del actual aeropuerto al aeropuerto de Santa Lucia; vamos a tener también operando el tren Ciudad de México-Toluca para facilitar la llegada al aeropuerto de Toluca, de modo que en tres años vamos a tener operando tres aeropuertos para resolver el problema.”

Y en otro momento:

“¡Se acabó la corrupción!, no se permitieron presiones de nadie…el gobierno no va a ser un gobierno al servicio de una minoría; es el gobierno del pueblo y siempre va a prevalecer el interés del pueblo, les guste o no les guste…

“…No tiene nada que ver el ingeniero Riobóo, más que (con) su apoyo que lo agradecemos mucho porque es un técnico de primer orden.

“No va a ser contratista, él siempre me ha apoyado y lo considero uno de los mejores técnicos de esta país y uno de los mejores ingenieros del mundo en esta materia, entonces cuento con su apoyo, claro… no lo ven con buenos ojos los que tienen intereses creados y están acostumbrados a otro tipo de gobierno… ya eso se terminó… yo lo que les diría a esos contratistas y a esos funcionarios corruptos de que se vayan… ¡Acostumbrando!”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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