El recurso más socorrido de los agitadores políticos es acusar al gobierno, a cualquiera gobierno, de represión. Ahora es el turno del ejecutivo michoacano, Félix Vallejo, el gobernador de Michoacán, quien paga las consecuencias de tantos años de tolerancia cardenista hacia los normalistas y grupos similares (siempre subvencionados a la larga) cuyas manifestaciones se extinguían como los incendios, con la lluvia del dinero para los dirigentes. Y así, año con año.
Hoy la información de la agencia “Notimex” nos agrupa algunas reacciones en torno de los asaltos normalistas, los bloqueos de carreteras y los múltiples desmanes ante los cuales, tarde o temprano, el gobierno sucumbirá, víctima de un acumulado complejo de culpa.
“El coordinador de Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, así como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y manifestantes que recorren este día la ciudad de Morelia, exigieron la renuncia del Gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, el mismo día en que el rector de la UNAM, José Narro Robles, condenó la violencia en contra de los jóvenes normalistas.
“Durante la marcha de maestros que se manifestaron en Michoacán para pedir la liberación inmediata de los normalistas detenidos durante un operativo policiaco en esa entidad en días pasados, demandaron a Vallejo no volver a su oficina.
“Los inconformes realizaron pintas por la ciudad; pegaron carteles con el mandatario vestido de policía y portando un arma larga, con la leyenda: “Fausto represor”.
“Los maestros reseñaron que en los meses que Vallejo lleva en el cargo se ha utilizado la fuerza pública contra movimientos sociales y estudiantiles, como el ocurrido en marzo con la detención de 204 moradores de casas del estudiante”.
Esa exigencia de renuncia nos recuerda aquella vieja cantaleta callejera contra Ulises Ruiz en Oaxaca, ¡Ya cayó, Ulises ya cayó! Durante seis años chillaron como republicanos contra Franco en la mesa del Tupinamba. No pasó nada.
La condena a la violencia legítima, jamás pasa por la censura a la violencia ilegítima, pero es parte del ropaje y el discurso de los rectores de todas las universidades mexicanas desde el año 1968. Así ha sido y así será. Desde aquellos tiempos la fuerza pública nacional lleva un estigma: la represión, el autoritarismo. Y a cambio de no ser acusado por los mismos pecados, el péndulo se va hacia la tolerancia, la dictadura de la minoría; el oportunismo convenenciero.
Los “movimientos sociales” son cooptados por las fuerzas políticas cuya experiencia en el sabotaje y la pedrea les permite una fuerza inexistente en otras condiciones. El otro ritornelo imposible de olvidar es la exigencia del diálogo, así la negociación sea un mero pretexto.
Una muestra de lo infructuoso de dialogar con quienes no quieren entender sino imponer, es lo ocurrido recientemente en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, donde los paristas (casualmente a unas semanas del cambio en la dirección del instituto) rechazan –en un ámbito deseablemente de interés escolar y académico–, la suspensión de la Reforma Laboral, como si la autoridad politécnica tuviera facultades o capacidad para detener ese proceso en el Senado de la República o en la Cámara de Diputados.
Obviamente es un pretexto como este otro: en una de las mesas de negociación los ocupantes de la ENCB, debidamente dotados de sonido, financiamiento y organización externos, exigieron a quienes participan en las negociaciones, una identificación reciente del IPN.
La maestra Rosalía Torres, directora de la escuela, no tenía la suya a la mano. Le negaron la entrada. La obligaron a ir a su cada a buscarla, bajo amenaza de reventar la mesa dialogante. Como si no la conocieran.
En este caso, además de la reforma laboral está la exigencia de evitar un recorte al presupuesto en la Cámara de Diputados, lo cual tampoco cae en el ámbito de la dirección del Politécnico.
MÁS MEZCLA “MAISTRO”
En Coahuila las cosas oscilan entre la ineptitud y lo grotesco. Si no fuera suficiente con el robo del muerto más ilustre de los últimos años, Don Lazca, ahora a la policía de Monclova se le hace pelotas la mezcla y confunde a uno de sus policías con el asesino del joven Moreira.
Difunden la fotografía, lo exhiben, lo ponen en peligro y aun después de conocer la pifia, dejan la imagen en exposición para seguir con su ridículo crónico.
Carlos Eduardo Flores Flores es homónimo de “El pelón” a quien se señala como autor material del homicidio de Jorge Eduardo Moreira.
GENIAL
Como parte de la Reforma Administrativa o del viejo sueño de la simplificación burocrática o para hacer más intensa la lucha contra el delito, la Procuraduría General de la República le cambió de nombre a la SIEDO y a la SIEDF.
La Subsecretaría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, desde hace unas semanas se llama SEIDO; o sea, Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada.
Y la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delitos federales (SIEDF), se nombra ahora Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales (SEIDF).
Si usted me pregunta cuál es la razón útil de estos tropos, pues no lo sé. Quizá lo sepan Morales Marisela o Marisela Morales.