Instituto Electoral del Estado de México

Por: Guillermina Gómora Ordóñez

Han transcurrido ocho meses del 2017 y la constante en este período han sido los escándalos de nuestra clase política y uno que otro futbolista y artista. No acabamos de sorprendernos de uno, cuando morbosamente tenemos otro.

La historia reciente consigna, la fuga-captura de los ex gobernadores de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa; de Quintana Roo, Roberto Borge; de Tamaulipas, Tomás Yarrington; la extradición de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” a Estados Unidos, la detención de su socio y compadre Dámaso López, “El Lic”, y del “Fiscal Sicario”, Édgar Veytia, ex procurador de Nayarit.

Uno tras otro se registran los hechos, sin que nada pase. Lo mismo en el ámbito policíaco que en materia de corrupción. Los saqueos al erario, tan comunes en la historia del México moderno, continúan con mayor voracidad y descaro. El merecimiento de la abundancia, sólo se refleja en algun@s.

La mancuerna corrupción-impunidad, habita en nuestro tejido social, en el sistema político; sus raíces son tan fuertes que ha sido necesario cubrirlas con la máscara de la simulación para fingir que se le combate. ¡Ajá!

Ahí está el caso del socavón de la corrupción, el del Paso Exprés en la autopista México Cuernavaca, que costó más de 2 mil millones de pesos (el doble de lo presupuestado), que habría de funcionar sin problemas por 40 años y que a los tres meses de inaugurarse ¡Pum!, colapsó en un tramo y cobró 2 vidas, además de las 20 que se llevó durante su laaarga construcción.

Un “mal rato”, como lo describió el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, cuando intentó explicárselo a los deudos de los señores Mena el pasado 12 julio. Una obra plagada de irregularidades e irresponsabilidades, cuyas fallas pretendieron adjudicarlas a “las lluvias”, “una alcantarilla” y “la basura”, como dijo Ruiz Esparza. 

El reparto de culpas continúa, nadie asume su responsabilidad, el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, acusa a las autoridades federales y al munícipe de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco. Nadie quiere cargar con los muertos en pleno año electoral. Los tres niveles de gobierno buscan chivos expiatorios para simular que aplicaron la ley en esta tragedia. No desean pasar “un mal rato”.

Lamentablemente sabemos que así será, vendrá otro escándalo y nos olvidaremos, pero por si alguien estuviera interesado en responder, me podrían ayudar con la siguiente pregunta: 

¿Qué pasó con los 115 millones de pesos que la SCT pagó a tres bufetes de ingeniería que tenían la responsabilidad de supervisar la obra y que evidentemente no cumplieron?

Agradezco de antemano su atención y paso a otro lío que involucra a un ex funcionario de alcurnia política y académica; ah, porque eso sí, a diferencia de otras épocas, nuestros ladrones de cuello blanco, ahora cuentan con grados académicos de maestría y doctorado.

Uno de ellos, el maestro en Administración Pública y Desarrollo Internacional por la Universidad de Harvard, Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, “presunto” (así lo marca la ley) responsable de haber recibido 10 millones de dólares en “propinas” de la empresa brasileña Odebrecht a cambio de la asignación de redituables contratos.

Un denuncia que trascendió desde el año pasado y lo obligó a renunciar en la medida que se fue confirmando, aunque lo niegue. En su defensa, asesorado por el abogado, Javier Coello Trejo, ha dicho, “no existe un solo elemento de prueba o evidencia que acredite que yo recibí dinero ni de ellos, ni de nadie”.

Vaya cinismo, o certeza de su inocencia o de sus poderosas amistades que lo han cobijado, como sucedió al acudir en secrecía a la Procuraduría General de la República, (PGR), como imputado, no como acusado, para revisar junto a su abogado la carpeta de investigación y al final reservarse el derecho a declarar.

Sin duda, privilegios que brinda el poder, un manto que no alcanza para los millones de “presuntos culpables en México”. Lozoya Austin, nunca ha dicho soy inocente, su costosa defensa sólo le permite argumentar, “soy el primer interesado en aclarar estas mentiras y limpiar mi nombre”. ¿El simulador de la PGR tendrá el software para cerrar o eliminar expediente?

Ya que hablamos de la tecnología al servicio de la comunidad, qué tal la del “Rayito de Democracia” en Morena, para elegir a su candidato que busca gobernar la Ciudad de México. La ultrasecretísima encuesta que definirá a su representante.

No se ha dicho qué empresa la hizo, ni cómo, ni entre quiénes; lo que sí se conoce es que los precandidatos participantes: Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Martí Batres y Mario Delgado, han acordado, aceptar el resultado de esa encuesta, es decir, la voluntad del dedito del dueño de Morena, Andrés Manuel López Obrador. La vieja práctica de sus raíces priistas, el “dedazo”.

Los momios dicen que sus preferencias están con la doctora en Ingeniería Energética, Claudia Sheinbaum, la responsable de guardar los secretos del financiamiento del segundo piso del periférico, esposa de Carlos Ímaz, ex delegado en Tlalpan, quien recibió dinero de Carlos Ahumada en bolsas del súper.

Como dice Héctor Aguilar Camín, estamos ante “el dedo demoscópico”. La simulación de la democracia electoral al estilo del “Mesías del Trópico”.

Ejemplos del paraíso de la simulación sobran, anote usted a los “Huachicoleros”, el caso Eva Cadena, los excesos del senador y líder sindical de Pemex, Carlos Romero Deschamps, un largo etcétera, etcétera.

guillegomora@hotmail.com

@guillegomora

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