Instituto Electoral del Estado de México

180410-1c

Ya no es cosa de fe ni mucho menos de esperanza; tampoco de inclinación política o gusto partidario. La realidad monda y lironda es la negrura absoluta y a todos nos ha igualado, pobres ricos o medianos. No hay para donde volver los ojos sin hallar al fin de la mirada el desconcierto o el desconsuelo; las evidencias de la poca habilidad profesional de quienes mantiene en sus manos el gobierno nacional y también de quienes actúan como lerdos virreyes en los estados de la República bicentenaria y achacosa; traumatizada y sumisa, emocionada por la visita de la Primera Dama de los Estados Unidos y la promesa de una recepción en la Casa Blanca para recibir los tenues tirones de oreja del esposo, son abrumadoras y hasta vergonzosas.

Poco en verdad necesita este país tan infantil y provinciano a veces, para gozar alborozado del dudoso privilegio de ser medio tomado en cuenta. Con poco se conforma y se complace.

¡Ay!; tan contenta como estaba la señora Obama, tan guapa ella, tan elegante, tan “fashion”, tan quien sabe cómo si hasta le deberíamos hacer caso todos, ya nos lo dijo emocionada y rete feliz ella: ¡si se puede!

Pero a estas alturas ya no importa casi nada.

Ni siquiera la macabra contabilidad de los 27 mil muertos en la campaña calderonista de limpieza nacional, pues a fin de cuentas no importa quien si la parca se lleva nada más a quienes lo merecen. Todos son delincuentes, todos pertenecen por derecho impío al mundo de la maldad, ahí donde se incuban todos los delitos de la vida.

No son seres humanos, no son ciudadanos, no son nada. Son cifras rojas en la estadística y si llegaron a ese compendio aritmético se debe a su mala vida, ellos se lo buscaron y se mataron entre sí; a veces delante de nosotros. Y ya vemos, Dios es justo y reparte a cada quien lo suyo.

–¿Cómo andaban metidos en eso de la droga en lugar de trabajar como personas normales y decentes, ir a misa los domingos, santificar las fiestas y honrar a su madre y a su padre en el remoto caso de haberlo conocido. ¡Ah! no, prefieren andar en el “niniísmo”; ni estudian ni trabajan. Y se meten en los berenjenales del mundo sórdido del delito y luego los matan otros iguales a ellos. Esos son los inescrutables caminos de Dios. A cada quien lo suyo.

Las otras muertes, las de los inocentes (como si los otros hubieran muerto tras una condena judicial con sentencia de alguna culpabilidad), pues son cosas de la vida, señor, daños colaterales e inevitables, pero poquitos, tan pocos como para ni siquiera sentirlo. Ellos, los muertos sin deuda ni temor, ellos también vienen siendo una ridícula minoría.

–¿No entiende usted?

Pues mire, a ver si se le ablanda la sesera y se le abre el entendimiento. Atienda a las palabras de nuestro jefe de Estado expresadas apenas anteayer frente a importantes empresarios del turismo, y no se haga el Sabina o el idiota útil, ¿eh? Observe, lea, piense, reflexione, cavile, medite… y aplauda:

“…nos afectan muchas noticias cotidianas acerca de muertes violentas, particularmente en México, pero también hay que decir que esas muertes son fundamentalmente resultado de la lucha que unos cárteles están librando contra otros por el control o en la defensa de ciertos territorios. Porque, ciertamente, en parte la acción del Estado y en parte la búsqueda territorial de su acción los ha llevado a situaciones de inestabilidad interna, de confrontación interna entre ellos y de lucha unos contra otros.

“Pero más del 90 por ciento de esos homicidios y ejecuciones, según lo hemos venido catalogando, obedecen precisamente a la lucha de unos cárteles contra otros; es decir, no son ni siquiera acciones, ha habido muchos soldados y muchos policías caídos en cumplimiento de su deber, pero este es un porcentaje que no llega, por ejemplo, al 5 por ciento de esas muertes.

“Y son mucho menos todavía, aunque los ha habido y por desgracia y lo lamentamos, algunos civiles inocentes, alguna vez, atrapados, digamos, en el fuego cruzado entre los delincuentes o de policías con delincuentes, pero son realmente los menos, aunque los casos son muy penosos para nosotros como los vividos últimamente. Pero el mensaje en parte al respecto es éste. La gran mayoría, más del 90 por ciento, se refieren a acciones de criminales contra otros; ni siquiera es la gran mayoría contra las autoridades mismas y mucho menos contra civiles y mucho, mucho menos contra turistas”.

Dicho de esta manera hemos hallado un capítulo extensor de la filosofía presidencial. Hemos pasado del “haiga sido como haiga sido” al “qué tanto es tantito”.

Y cuando escuche a los senadores de la República con sus eternas quejas y malquerencias contra nuestro presidente, no los atienda.

Cuando diga Manlio Fabio Beltrones, “ninguna muerte es menor; todas tienen enorme importancia, más tratándose de niños, como las que han sucedido, lamento mucho que se trate de minimizar un asunto de tan alta gravedad”, encójase usted de hombros y siga de largo.

Y si insiste y reclama:

“No obstante lo anterior, seguimos pensando que en esta lucha, en contra de la delincuencia organizada y el narcotráfico, tenemos que seguir insistiendo que si bien es cierto que las Fuerzas Armadas necesitan una legalidad adicional para poder permanecer en apoyo a las fuerzas civiles, no menos cierto es que tenemos que garantizar que se respeten los derechos humanos y las garantías individuales de todos los mexicanos”, frunza el ceño, alce la ceja y tírelo de a loco.

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Y si quiere mirar a las alturas, si busca consuelo a las congojas de la vida en las instituciones religiosas, especialmente en la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, como es tradición en nuestro pueblo, olvide de pronto la escandalera internacional por el desastre moral del Vaticano en su política permanente de encubrimiento de los curas maricones y abusadores, pederastas y violadores; simoníacos y algunas otras linduras y busque la paz de su espíritu en esta valiente explicación de don Felipe Arizmendi, el obispo de San Cristóbal de las Casas, quien ya encontró la piedra filosofal del pecado de abuso infantil: el mundo erotizado, los incesantes mensajes de carnalidad global y desbocada; la ausencia de recato en un mundo hedonista.

Y como el mundo es así y no tiene remedio, pues entonces los curas pueden violar escuinclitos de preferencia solitarios; sordos, flacos o gordos, como venga la cosa y si en algún momento la debilidad carnal así expresada se llegara a conocer, pues para eso están los purpurados y hasta los jefes en el Vaticano, para hacer como los gatos hacen, taparlo todo con tierra.

“Ora pro nobis…”

¿Dónde quedaron aquellas enseñanzas de cuando Cristo venció las tentaciones satánicas en el desierto?, ¿dónde la zarza en llamas?, ¿cuándo luchó el ángel contra Jacob?; ¿cuándo cayó el fuego sobre Sodoma?; ¿dónde se olvidaron los estilitas trepados en la cima de la columna?

Todo se ha ido, todo se ha olvidado.

Los sacerdotes católicos, separados por disciplina aberrante de los apremios naturales de la carne, encuentran justificación para sus debilidades en las peores conductas de los otros.

Pobre diablos, pasaron del inclemente silicio necesario ante la abyecta derrota ante las cosas normales de la vida a las cuales renunciaron o los hicieron renunciar (la vida familiar, la mujer, la cama tibia) y en cambio o a cambio se dicen rehenes de sus apetitos y su patología.

Ellos, los censores, los regidores del espíritu, los educadores, los lectores del breviario masturbatorio.

Mejores tiempos ha conocido esa diócesis.

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Un tropiezo más en el sendero de Marcelo Ebrard y su anhelado destino de presidir los destinos de la patria. Los culpables de los delitos de secuestro y homicidio hallados por su procuraduría, no son quienes la otra vedad dice. Culpables tenemos con original y copia. Quizá sea el lenguaje judicial de los tiempos de la piratería.

Si bien la paternidad de la banda de “La flor” adjudicada al “Apá” nunca quedó convincentemente adjudicada, ahora (como su momento aparecieron “Los Petriciolet”) descubre la SSP federal a “La Güera”, quien formó parte del faso retén con el cual sometieron al chofer y el guardaespaldas del niño Fernando Marti cuya historia todos conocemos.

Si el juez Jesús Ubando López llegara a soltar a los de la otra banda, el ridículo llevaría mucha lumbre a los aparejos del Gran Marcelo.

Investigaciones duplicadas cuyo desenlace, exitoso o no, nada más demuestra hasta donde puede llevarnos la existencia de gobiernos antagónicos (el local y el federal) cuando deberían colaborar por la misma finalidad. La PGJDF por un lado ocupada en la fabricación de culpables o la exoneración de responsables según venga al caso (¿se acuerda del “News Divine”?) y la SPP empeñada en enmendar la plana del otro.

Y mientras, la justicia ausente y Fernando –como otros muchos– sin hallar reposo ni siquiera en la otra vida.

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Mañana se inician en Toluca los foros de la serie “Compromisos por México”, convocados por el gobierno del estado de México para el análisis de los grandes problemas nacionales, tal y como en su tiempo lo hiciera el mexiquense Andrés Molina Enríquez, nacido por cierto en Jilotepec.

Del 19 al 21 de abril se abordará el eje de Política, en el que se analizarán diversos planteamientos sobre la visión de Estado, la relación entre Poderes y entre ámbitos de gobierno, la democracia y el sistema electoral, la seguridad y la justicia, así como la política exterior.

Los foros serán transmitidos en vivo a partir de las 10:00 horas por los canales y repetidoras del Sistema de Radio y Televisión Mexiquense y por internet a través del sitio web.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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