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El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, conocido también como la 2ª TAPO (Terminal Aeroportuaria del Poniente del Valle de México) ha sido desde su planeación una especie de juego de espejos.

No se trata, ni con mucho, de una edificación nueva; es una ampliación de la antigua terminal aérea de la Fuerza Aérea Mexicana, para darle un doble uso: civil y militar. Es una ampliación con terminal civil a la cual se le hizo un agregado de pistas.

Esa terminal aérea funcionó como aeródromo militar; en una zona deliberadamente mal comunicada, como suele suceder con las instalaciones de seguridad nacional. Ahora, ese arrinconamiento en los salitrosos parajes de Tecámac, es quizá el principal problema: su incomunicación.

Hasta el presidente ha dicho, sin las obras de conexión, el aeropuerto Ángeles quedaría como una isla.

Hoy ya no es una isla, pero tampoco es una intalación debidamente comunicada; diga cuanto diga Rabindranath. Lo estará algún día, cuando funcionen todos los puentes (hasta los dos derrumbados en días pasados); avenidas y viaductos y se opere un tren dichoso cuya otra terminal estará en la insufrible zona de Buenavista, tan necesitada de una buena infraestructura para estacionamientos y conectividad con taxis o automóviles particulares.

Pero el presidente se impuso una fecha juarista, y la va a cumplir a toda costa. Lo demás, se arreglará después, dentro de un año, como el prometido ferrocarril o dentro de algunos meses. Pero la inauguración y la fiesta y el júbilo, no pueden escapar del plazo señalado en el compromiso presidencial. Sin esa fecha la propaganda rinde la mitad.

Pero el presidente sabe los problemas de conectividad y los atascos de Gustavo Madero, Ecatepec, Santa Clara y los demás sitios de perpetua congestión vehicular en la carretera de Pachuca y las vías concurrentes.

Y tan lo sabe como para no arriesgar la hora y no caer en el ridículo de llegar tarde porque no pudo saltar el tapón. Eso nada más le sucedió a Gustavo Díaz Ordaz n la in auguración del Estadio Azteca. Y así le fue con la silbatina.

Por eso el martes nos dijo:

“…El domingo voy a la Sierra Juárez y voy a estar en Guelatao, sí. Vamos a tener una reunión con las autoridades de Guelatao, voy a poner una ofrenda, a ofrecer disculpas porque no vamos a poder estar el 21, estamos un día antes, el domingo, en Guelatao.

“Viajamos a México y me voy a dormir a Santa Lucía, al aeropuerto, al nuevo hotel, ahí voy a dormir para estar temprano en la mañanera, que se va a llevar a cabo en Santa Lucía, la mañanera, y ahí va a ser también la conferencia el lunes, y luego de la conferencia ya se entrega por parte de la Defensa el aeropuerto…”

Pero la previsora pernocta se fue por el caño. No, el presidente quiere probar, con su salida del Zócalo a hora temprana, cómo es posible llegar al aeropuerto en 40 minutos. Y si le cierran las calles y la limpian el camino, hasta en treinta.


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“…Por cierto, ya no me voy a dormir allá, no, no; porque está terminado el hotel pero no está certificado (¿Y esa extraña certificación se desconocía un día antes?), es un procedimiento (¿?) y no quiero verme influyente.

“…Además, me voy a dormir aquí porque les voy a demostrar que voy a hacer media hora desde aquí hasta el aeropuerto. Bueno, media hora, 40 minutos, porque, porque me voy a ir a las 4:00 de la mañana. No a las 4:00 no, a las 4:00 me voy a levantar, pero me voy a ir como a las 5:00, o sea, tengo que estar a las 6 allá. Entonces, me voy a quedar a dormir aquí…”

Pero la propaganda es la propaganda. Si se hubiera prometido el aeropuerto en la fecha del nacimiento de Ángeles, tendrían hasta junio.

Rafael Cardona | El Cristalazo

Author: Rafael Cardona

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