Instituto Electoral del Estado de México

WORLD ECONOMIC FORUM ANNUAL MEETING 2010 DAVOS

Nonagenaria y poco más; achacosa como todos sabemos, llega la Constitución a un festejo casi automático como por no dejar, como si la ocasión se debiera recordar más por está ahí y no por su significado, si en verdad alguno tuviera; pero le sirve al señor Presidente para promover una vez más su reforma política para la cual solicita una respuesta madura, lo cual significa nada más una cosa; se es maduro si se piensa como yo y se me respalda, aprueba, elogia y consagra.

Si no, no.

Pero esa es la constante de todos los políticos especialmente cuando aspiran a un histórico juicio favorable. Algunos desde el absolutismo monárquico nos han dicho, El Estado soy yo. Ahora, la madurez son mis reformas.

“…es momento de debatir, de pensar, de proponer y de tener la madurez política para encontrar el amplio caudal del consenso, en el cual la Nación a todos nos une”.

Son palabras sugerentes las del Presidente Felipe Calderón pero su solo enunciado no las convierte en verdades completas. ¿Tiene en verdad este país un elemento de unión nacional? Difícilmente lo hallaremos en medio del desconcierto actual. Ni siquiera la búsqueda de tranquilidad pública ha logrado convertirse en un afán ante cuyo ejercicio se logre la unanimidad.

No sabemos si cambiando el texto constitucional en algunas partes relacionadas con la participación política, pues eso y no otra cosa son las propuestas contenidas en el decálogo calderonista, vamos a hallar la concordia a la cual ahora se nos compele desde la fiesta conmemorativa de una Carta Magna cuya pomposa e imaginaria amplitud ha quedado rebasada de manera evidente por una realidad desatenta con sus parches y enmiendas infinitas.

“…debemos reconocer –dice el Ejecutivo– que el actual diseño (es decir; el texto actual) no permite generar todos los consensos que México necesita para poder resolver las necesidades de su gente. Por difícil que parezca la tarea, por controversiales que resulten los temas, por diferentes que sean nuestros puntos de vista y por hondos que sean los agravios, es momento de debatir, de pensar, de proponer y de tener la madurez política para encontrar el amplio caudal del consenso, en el cual la Nación a todos nos une.

“Eso, y no menos, esperan los ciudadanos de nosotros. Y tengo plena confianza en que el bien superior de la Nación será lo que guíe a quienes representamos al pueblo de México en sus diferentes expresiones constitucionales”.

Pero en esa convocatoria cuya finalidad no fue sino aprovechar la ocasión para insistir en la promoción de su imagen, el Presidente nos confirma algo: vivimos en la tensión, en la incordia, palabra cuyo significado la opone a la concordia.

Somos discordantes, no concordantes y por eso se nos pide concordarnos; o sea, acompasar nuestros corazones.

“…éste debe ser un año de reconciliación nacional (o sea; no estamos conciliados, estamos enfrentados), debe ser el año en el que todas las mexicanas y los mexicanos, todos los que deseamos lo mejor para nuestro país, reconozcamos lo mucho que nos une, lo mucho que nos hermana y lo que nos hace ser un solo pueblo, con una misma historia, un mismo ideal, y una misma Bandera, una misma Constitución…”

Eso suena bonito, maravilloso, pero no corresponde a la realidad, especialmente cuando se incordia a tantos –como ejemplo nada más–, con las controversias constitucionales como la recientemente presentada por la Procuraduría General de la República contra las leyes del DF, sobre homosexualidad, matrimonios y adopciones.

¿Veremos en esta anhelada unidad a los alcaldes michoacanos agraviados y recompensados más tarde con el equipaje de un insuficiente usted dispense? ¿Sabrán unirse en torno de algo los padres de los jóvenes acusados de pandilleros en Ciudad Juárez cuando su delito mayor fue dejarse asesinar a mansalva?

La nuestra es una sociedad conformada como un archipiélago de egoísmos clasistas en el mejor de los casos. ¿Acordarán algo entre los felices empresarios evasores del fisco (denunciados inútilmente por el propio Ejecutivo) y los jubilados a quienes ahora se les hunde la vara con el gravamen de sus raquíticas pensiones? Tampoco veo muy unidos a quienes usan los cargos públicos para hacerle propaganda a su causa, como José Luis Luege quien desde la Comisión Nacional de Agua acusa y culpa por todo al gobierno de la ciudad; tira “la mano” y esconde “la piedra”.

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Bello discurso sin duda del señor Presidente. Magnífica oratoria para un día de fiesta republicana antes de salir al Valle de Chalco a mirar la enésima (y de ninguna manera última) inundación en los andurriales del estado de México, donde todo fue construido al ahí se va; sin planeación ni motivo, en terrenos impropios y en contra de toda lógica hasta formar la abigarrada y monstruosa ciudad de miserables a quienes año con año, a veces más, a veces menos, la naturaleza les recuerda el desatino de su ubicación y lo grave de haber dejado pasar el tiempo sin hacer algo para evitarlo.

Ahora solo queda remediar lo inmediato, meter la pala en el lodazal pestilente de las aguas negras cuando ya se han acabado las otras.

Vivir sin agua para beber o beberse el detritus y las excrecencias. He ahí el dilema.

Pero algo se debe hacer cuando literalmente se tiene el mefítico lago en el cogote. Por eso el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto acude presuroso a resolver la emergencia pues la halla tan grande cómo para ver en la atención de los miles de damnificados al Ejército, a la Marina y a quienes Dios mande en auxilio de estos pobres cuya mala fortuna los persigue más allá del día y la noche y los deja otra vez en cueros vivos, sin nada de nada, tal y como les había ocurrido hace diez años cuando se les reventó el canal de la Compañía, el único río cuyos líquidos van casi quince metros por encima del piso, tal comenta Peña Nieto en medio de la desgracia.

Pero todas estas inundaciones, incluidas las del Distrito Federal para cuya atención Marcelo Ebrard se propone instalarse en el sitio de los hechos y no salir de ahí (bello y rentable gesto) hasta resolver la contingencia, no hacen sino probar una vez más algo cuya evidencia no ha querido ser admitida: esta megalópolis ya perdió la sustentabilidad.

El colapso dejó de ser un riesgo y se ha convertido en una constante.

El único principio de solución es iniciar de verdad; en serio, un proceso para mudar la capital a otra parte. Sin el desaliento del centralismo político y por tanto industrial y administrativo, nada se va a lograr. Las cosas irán cada vez de mal en peor. Los brasileños a quienes hoy tanto admiramos, construyeron Brasilia cuando todo mundo los acusaba de locos.

Si hace diez años se reventó “La compañía”, cuando había miles de habitantes menos, volverá a romperse el canal en la medida del aumento gradual de sus caudales. Hace diez años los daños a la carretera México-Puebla no fueron tan graves como ahora. Ni los actuales excederán a los futuros.

| Así ha ocurrido desde la llegada de Enrico Martínez creador del Tajo de Nochistongo en 1607. El Gran Canal del Desagüe fue celebrado por el Porfiriato como la obra cuya realización resolvería el problema para siempre, pero nunca fue así. Un siglo después, seguimos viendo cómo se rebalsa a lo largo de sus pestilentes riberas.

El Sistema de Drenaje Profundo, cima de la ingeniería mexicana, fue construido para desalojar 195 metros cúbicos por segundo y trabaja con más de trescientos. Y como dijo la recién casada… así no se puede.

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Hemos hablado de una nueva capital y en ello le debemos reconocimiento a su primer promotor, Porfirio Muñoz Ledo quien de paso hablaba de una nueva Constitución cuando de plano proponía una nueva República a la manera de los franceses quienes ya van por la Quinta de ellas o el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas quien la proponía como corona de las fiestas del Bicentenario-Centenario de nuestras fechas mayores.

Esta tesis de la Nueva Constitución en vez de una en infinito proceso de cambio a través del Constituyente Permanente, se menciona también en las reuniones senatoriales convocadas por Manlio Fabio Beltrones.

“…Coincido en mucho con quienes me han antecedido en el uso de la voz (en la presentación del libro “Constitucionalismo mexicano”), sobre la pertinencia de un esfuerzo magno que posibilitara la construcción de una nueva Constitución, pero mientras esto no se dé, tendremos que acogernos al 135 de la Constitución misma, que prevé el caso para reformar, adecuar, modernizar nuestra Constitución en beneficio de todos nosotros”.

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“Hoy ha resuelto la Universidad Veracruzana –dijo Fidel Herrera el cinco de febrero durante una conferencia de prensa– aceptar por lo menos a cuatro estudiantes de Haití que cursarán sus carreras en ingeniería y medicina en la Universidad Veracruzana y donde el Gobierno de Veracruz concurrirá con las becas, alimentación y hospedaje”.

Ante gestos como ese de la UV, debemos recordar al diputado mendaz y racista, Ariel Gómez León, a quien solo le quedan los dineros de su dieta mal habida, arrojados al piso por Wilner Metelus en la Cámara de Diputados.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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