Instituto Electoral del Estado de México

Sucede con frecuencia.

No hay semana sin  el hallazgo, para decirlo con las palabras de Sergio González Rodríguez, de huesos en el desierto o en la vereda del monte o en el cerro pelón o en los andurriales de cualquier ciudad perdida o allá por los basureros, por las cañadas, de entierros clandestinos.

Viles tiraderos de cuerpos humanos. De hombres, de mujeres. Evidencias finales de miles de homicidios y en algunos casos (como dicen los políticamente correctos), feminicidios, no bautizados así por cometerse el asesinato contra una mujer, sino por matarla merced al hecho simple de ser mujer, lo cual nos mete a veces en una discusión bizantina, pero productiva para todas las organizaciones, colectivos y asociaciones dedicados a la defensa de las mujeres, sus derechos personales, sociales, reproductivos y demás; pues ya se sabe, los correctos han hecho del feminismo una muy rentable industria, como también de cualquier otra cosa.

Sin  embargo más allá de la cuestión del género en estos (digamos sin miedo la sobadísima expresión) macabros hallazgos, en las fosas de este país-tumba, hay cuerpos de hombres y de mujeres o de mujeres y hombres para no ofender a nadie. Por lo visto la imagen poética de los esqueletos crujientes en parejas, viene a ser verdad ahora de la manera mas ruin y triste posible.

Esto ha dicho el atingente visitador primero de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Ismael Eslava:

“ (LJ).- Desde el 2007 a septiembre de 2016 se tienen reportes oficiales de 855 fosas clandestinas, donde fueron exhumados mil 548 cadáveres, de acuerdo con el informe especial de Personas Desaparecidas y Fosas Clandestinas en México…

“…El reporte advierte que el número de personas desaparecidas ha crecido en los últimos años hasta llegar a casi 30 mil, de acuerdo al (con el) Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, situación que se ha dado en medio de pugnas entre múltiples grupos del crimen organizado, a menudo con la complicidad de las mismas autoridades…

“…Pese a este alarmante número, México aún no ha dimensionado la gravedad de casos de desaparición…

“…En la presentación, el funcionario (IE) expresó la preocupación del organismo nacional por el aumento de hallazgos de fosas clandestinas y el número de cadáveres y/o restos humanos de ellas exhumados, derivado de la violencia provocada por la delincuencia organizada.

“Explicó que los resultados del informe presentado se basan en más de 500 solicitudes de información a las diferentes instancias de procuración de justicia de los gobiernos federal y estatales, en información de los casos denunciados ante el organismo y en análisis de al menos cien investigaciones ministeriales entre 2009 y 2015, como una muestra representativa.

“Los estados con mayor número de fosas clandestinas son Guerrero, con 195; Nuevo León y Veracruz, 191 cada uno; Zacatecas, 83; Coahuila, 51; Colima, 35; San Luis Potosí, 34; Durango, 18; Jalisco, 17 y Sonora, 12.

“Adicionalmente, las instancias de procuración de justicia de Coahuila, Colima, Nuevo León y Veracruz informaron haber exhumado y/o encontrado 13 mil 825; 37 mil 222 y 21 mil 874 fragmentos de restos óseos y/o humanos, respectivamente, para un total, tan sólo en estos cuatro estados, de 35 mil 958 restos óseos”.

Las fosas contienen restos humanos y la única pregunta válida después de esa irreversible y cadavérica condición,  es quiénes eran antes de la rígida y desmembrada circunstancia. Según la investigación se trata de personas desaparecidas o secuestradas, pues ya se conoce la diferencia entre una y otra cosa. Para desventura de las feministas y los especialistas en “feminicidios”, de 403 casos, registrados en 270 expedientes, 377 corresponden a hombres muertos y el resto a mujeres difuntas.

Al menos en esos casos, las mujeres no reclaman “paridad de género”.

Pero si las cuestiones cadavéricas nos deben conmover e indignar, no lo son para menos los hechos de la vida cotidiana. Hay dos casos recientes muy notables. Uno de ellos, ya ha sido comentado en esta columna, el del juzgado tercero de Veracruz donde el juez Anuar González confundió la gimnasia con la magnesia y en insostenible alegato le otorgó amparo contra  sentencia condenatoria a un  violador, pues no había violado (nomás había iniciado el proceso del atropello) con  intención de satisfacción lujuriosa o al menos hedonista o cachonda sin control al menos.

El juez se fue al rincón del ridículo oprobioso, lo cual le ocurrió también a quien,  radiofónicamente, le dio la razón de manera implicita, pues si el juez consideró irrelevante o al menos no determinante para considerar el tipo penal del estupro, la exploración vaginal con ágiles e infatigables dedos de araña pianista y el magreo de senos y demás lascivias corporales, el provocador cronista de sus propios desvaríos, Marcelino Perelló, le regaló a la enciclopedia universal de la estupidez la ahora célebre frase, “si no hay verga no hay violación”, lo cual no merecería ni siquiera análisis, excepto por haberse transmitido ese elogio del estupro, en Radio UNAM, de donde fue expulsado con la flamígera espada del Arcángel San Benito Taibo quien lo puso con  las patas en la banqueta de Adolfo Prieto y Xola.

Las explicaciones de Perelló, distorsionadas por su crónico extravío de la realidad, disfrazado de autónomo pensamiento hipercrítico, justificaban la violación con el dato también excéntrico de muchos casos en los cuales las mujeres sólo llegan al orgasmo durante una violación y el hallazgo audaz de los sueños oscuros de miles de ellas quienes se imaginan, deleitosamente, alguna vez ser violadas o al menos sometidas con fuerza y brutalidad.

Quizá Perelló este equivocado en ese tipo de generalizaciones, pero si se han dado casos de hermosas mujeres, jóvenes e inteligentes, cuyo síndrome “de Estocolmo” (si así se pudiera llamar a ese apego patológico)  las lleva al amor devoto por quien las inició a la fuerza en la vida sexual.

Hay algunos párrafos extraños en autores más extraños aún.

Por ejemplo leo ese relato de Fernando Pessoa:

“…Las mujeres serias a lo mejor odian morbosamente a las putas… no hay ninguna  mujer en este mundo –ni siquiera la más serias, señor juez–, que no hayan envidiado a esas que dan vueltas por la calle en busca de hombres; ninguna, señor juez, y le digo la verdad poniendo el corazón sobre la mesa.

“El alma de la gente es algo sucio y lo que les vale es que no desprende olor…

“¿…cree que una mujer seria usa falda corta por estar de moda, allá en lo más íntimo de su alma?

“Es para llamar la atención de los hombres, pero a lo que ella no se atreve es a hacerlos llegar. Entonces, ¿hay alguna mujer que no se deje el escote más que para ser palpada por los ojos de los demás?”

Palpada por los ojos.

Como imagen literaria suena bien. Ya lo decía Marco Antonio Montes de Oca:

“Era un bello general femenino/ con el pecho condecorado de miradas”. Miradas como medallas, pero a veces, también como dardos, como balas, como escupitajos.

Sin embargo, más allá de los devaneos literarios y la proclividad de algunas mujeres por apegarse a quien las ha ofendido, hay una realidad incontestable: las mujeres siguen viviendo en un  mundo muy injusto para ellas, como lo refleja y prueba la historia de Margarita Ortiz, quien ha sido forzada a recorrer un calvario frente a cuyo pedregoso sendero el de la próxima semana será poco, tras haber sido violada a bordo de un autobús de pasajeros, y denunciarlo hace ya más de un año, en busca de un proceso cabal para castigar al delincuente.

Así lo relata la página de Joaquín López Dóriga, quien con ella ha hablado muchas veces en la radio:

“La mujer señaló que “ha sido un proceso muy difícil”, pues tiene etapas de depresión y no puede levantarse de la cama, por lo que su familia ha sido fundamental. Señaló que algunas amistades le pidieron que se callara luego de que el delincuente la amenazó de muerte, por lo que estaba atemorizada y con medio.

“Ortíz Macías recordó que una oficial le dijo que como policía “la repruebo, pero como mujer te entiendo”, por lo que decidió  o quedarse callada.

“Dijo que en San Luis Potosí las autoridades no le ayudaron, mientras que en el Estado de México sí lo hicieron y le dieron seguimiento a su caso.

“Acusó al delegado de la Procuraduría General de la República (PGR) en el Estado de México, Noé Rodríguez de decirle que no era “víctima de nada”. Asimismo, dijo que la jueza Balbina Urbán de Cuautilán Izcalli no ha aceptado pruebas claves para el caso.

“Las mujeres violadas desisten de denunciar”, afirmó, por lo que busca hacer “justicia por todas las mujeres que ha dañado” el delincuente”.

Más de esto, la próxima semana, si la Tercera Guerra Mundial no ha comenzado, como sabiamente advirtió hace ya treinta años Richard Nixon. Pero ese es otro asunto.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

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