Instituto Electoral del Estado de México

DetenidosBleyva

Quizá sean las cosas propias de la temporada pero al presidente Felipe Calderón las cosas le han venido bien en diciembre, o mejor dicho, en los últimos días del mes. La muerte de Arturo Beltrán Leyva, el llamado Jefe de jefes fue un impagable obsequio navideño frente a las incesantes críticas por lo poco efectivo de los operativos militares. Fue también una justificación de los motivos profundos para sostener a la Marina-Armada como parte de las fuerzas regulares en este combate. Por cierto, el nombramiento de Wilfrido Robledo (marino él) al frente de la Policía Ministerial viene a elevar los bonos de la marinería mexicana de suyo altos desde el ingreso del almirante José Luis Figueroa, al Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Corrupción (Cenapi).

En esas condiciones no importa si anteayer fue uno de los días más sangriento del año: sesenta ejecuciones en distintas plazas del país, ni el clima generalizado de zozobra en Morelia y el resto de Michoacán.

No, nada importa frente al golpazo publicitario de la captura de tantos malosos y la muerte del más notable de ellos, quizá tan importante como el mítico Chapo Guzmán.

Guzmán Leyva se había escapado de una cacería terrible en Puebla y según algunos medios logró huir en una avioneta particular cuyo despegue del aeropuerto de Huejotzingo tuvo relieves de película. Ahí fueron capturados seis cómplices cuyos relatos “voluntarios” dieron pistas para los sucesos de Cuernavaca la noche del miércoles.

Por otra parte, Calderón disfruta de los efectos de su propuesta de reforma política. Considerada y devaluada por sus enemigos en un principio como un distractor frente a los fracasos en el combate a la delincuencia, aparece tras aquellos hechos con vida propia o al menos obliga a ponerle sordina a la censura apoyada en las motivaciones presidenciales nada más de propaganda.

En este sentido no importa si se la destazan, aprueban entera o en trozos; reprueban o hacen con ella un papalote. Él ha puesto un tema de primera importancia en la mesa nacional y no será por molicie o desidia suya si las cosas no avanzan (al menos ese sería el siguiente discurso natural). Con esa estrategia dejará a los adversarios combatir entre ellos y debilitarse en las discusiones bizantinas o no.

Él ya tiene un recurso de primera mano para explicarles a los ciudadanos su ansia de progreso nacional. Y conste, personalmente no creo en el éxito de estas estrategias a largo plazo, ni siquiera de muchos aspectos de la reforma, pero su planteamiento y su desarrollo, le resultan benéficos a él para bajar la presión en su contra. Es necesario reconocer cómo le ha cambiado el panorama en comparación con el desastre previo al Informe Presidencial número tres cuando el “Estado fallido” era a un tiempo definición y amenaza. .

Otro elemento en su favor son los apabullantes fracasos jurídicos del Sindicato Mexicano de Electricistas —el desconocimiento de Martín Esparza; la caída del amparo— y la oferta de recontratación (así sea en cantidades escasas) en la Comisión Federal de Electricidad, asuntos frente a los cuales los cesantes quedan en condiciones al menos de duda frente al heroísmo de la protesta. Hasta la huelga femenina de hambre fue levantada sin efecto ninguno. El gobierno permanecerá en su postura sin moverse un ápice.

Si esos tres asuntos, aunados a un viaje a la hermosa ciudad de Copenhague, con sus canales y sus verdes techumbres de bronce; sus jardines de Tívoli (cerrados en invierno, por cierto) y sus manifestaciones cotidianas, no fueran suficientes para llegar al nuevo año en buenas condiciones, no sabría esa columna decir cuáles serían más provechosos.

Ya se apresta Calderón —además—, a erigirse desde ahora como el salvador de la reunión de Copenhague cuyos resultados parciales serían completados en la futura de México, bajo su patrocinio y protección. Hasta en ese sentido podremos salvar a la humanidad como hicimos con el asunto del A/H1N1. Quizá por eso en Cuernavaca, donde días después se dio el golpe del sexenio contra el narco, se le vio tan contento. Bailó, bromeó y se retiró temprano.

NUEVO DOCTOR

Conocí a Miguel Ángel G. Sánchez de Armas hace casi 40 años. Fuimos reporteros en una de las ediciones (ahora desaparecidas) de Excélsior. Se llamaba (1ª) Ultimas Noticias. Desde entonces muchas cosas nos han unido (entre ellas la tutela de Manuel Buendía) y otras (no diré cuáles) nos han separado. Nunca dividido.

Por eso me dio gusto recibir hace unos días este correo suyo. El mensaje describe una fotografía cuya imagen dejo a la fantasía del lector.

“Queridos amigos, colegas, condiscípulos, profesores, comparto con ustedes una noticia de gran alegría:

“Ayer lunes (14) me presenté ante el tribunal académico en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y defendí el trabajo de investigación que elaboré bajo la dirección del Dr. Ramón Reig para obtener el Doctorado en Comunicación y Cultura en la Sociedad de la Información.

“Por unanimidad, el tribunal me otorgó una calificación aprobatoria con mención sobresaliente. Cada uno de ustedes me ha dado un granito de arena para construir este proyecto. Gracias”.

Author: Rafael Cardona

Rafael Cardona

1 thought on “Una gran temporada”

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